martes, 23 de agosto de 2011

2 CONFLICTO ECLESIAL EN SUCUMBÍOS

CONFLICTO  ECLESIAL  EN  “ISAMIS”
Artículos en El Telégrafo del P. Pedro Pierre. (Dic. 2010 – Jun. 2011).

NOTA: “ISAMIS” es Iglesia San Miguel de Sucumbíos, Vicariato en la Amazonía ecuatoriana.


CONTENIDO


  1. Conflicto eclesial
  2. “Iglesia de profetas”
  3. Petición sanadora
  4. “¡Que se vayan, que se vayan!”
  5. Gonzalo amigo: ¡Felicidades!
  6. Se fueron…
  7. Reconciliación social y eclesial
  8. Los equivocados
  9. La opción por los pobres
  10. “Lo primero primero”



  1. CONFLICTO ECLESIAL
La Iglesia del Vicariato de la provincia de Sucumbíos ha hecho público un pronunciamiento que damos a conocer a continuación. Se trata de la sucesión del obispo Monseñor Gonzalo López Marañón.
“Durante más de 40 años esta Iglesia, presidida por nuestro Obispo Gonzalo López Marañón, ha sido un signo de vida en medio de esta parte de la Amazonía ecuatoriana… con una gran riqueza de ministerios laicales y ministerios ordenados (diáconos permanentes y sacerdotes diocesanos)…
El sábado pasado (23 de octubre) el Nuncio Apostólico le comunica a Gonzalo, que en tan solo una semana… se posesiona el nuevo Administrador Apostólico de Sucumbíos y mediante una carta del cardenal Monseñor Díez, encargado de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (en el Vaticano), se le dice que tiene que entregar inmediatamente el Vicariato y se le pide que salga de la diócesis invitándole a regresar a su país  de origen.
Es muy triste que… a nuestro Obispo que es el símbolo de la Iglesia Comunidad, después de 40 años de dar su vida en estas tierras, y al final de su ministerio episcopal, reciba este trato, rompiendo así la tradición evangélica que invita a la corrección oportuna y fraterna. Esperábamos al sucesor de Gonzalo en actitud confiada porque creemos, con el papa Juan XXIII, que la Iglesia es Madre. Pero los hechos relatados nos duelen y cuestionan el ser de la Iglesia como Madre.
Ante esta situación, denunciamos con firmeza, pero con paz, lo que sentimos con profundo dolor y tristeza:
-          La forma en la que han sucedido los hechos y la manera tan despectiva con la que se ha despedido a nuestro querido amigo y hermano, Gonzalo.
-          El hecho de que el Nuncio Apostólico nunca haya venido a visitarnos, a pesar de las diferentes invitaciones que se le han hecho.
-          El que se haya pasado por alto la historia y el recorrido de una Iglesia participativa, comunitaria y ministerial, constituida según el espíritu del Concilio Vaticano II y el Magisterio de Iglesia Latinoamericana.
-          El hecho que la toma de posesión se convierta en un acto privado y formal sin la participación del mismo pueblo de Dios que está sosteniendo esta Iglesia.
También deseamos en fidelidad creativa seguir:
-          Caminando como pueblo de Dios generando y trabajando  por la vida en esta provincia de Sucumbíos;
-          Realizando el proceso de conversión de la Gran Misión Continental a la que nos invita la Asamblea de Aparecida;
-          Cultivando nuestra tradicional actitud de acogida a tod@s los agentes de pastoral y en especial a quienes se integran en este momento a nuestra Iglesia juntamente con el nuevo Administrador Apostólico.
Seguimos soñando con la utopía de la liberación integral de varones y mujeres desde l@s pobres por la causa del Reino y con una Iglesia que camina con los dos pies (Evangelización y Pastoral Social) y que quiere vivir integralmente la experiencia de discípul@s y misioner@s de Jesús.
Agradecemos a Dios Madre-Padre que nos ha regalado la oportunidad de vivir en estos cuarenta años la experiencia de Iglesia de las primeras comunidades cristianas”.

  1. “IGLESIA DE PROFETAS”
“¡Profetas! Eso sois, hermanos/as; así os vemos. Llamados/as, alterados/as, conflictivos/as, formados/as por el grito de Teresa: “Estáse ardiendo el mundo…”. Habéis hecho un camino misionero para cantar la dignidad de los pequeños desde una sinfonía de carismas. Cuando todo se vuelve un poco oscuro, cuando hay que aprender a seguir a Jesús en esta hora, levantamos con vosotros/as la voz de la esperanza, no queremos esconder la voz por cobardía.
¡Profetas! Siempre dispuestos a una corrección fraterna. Pero sin visitar, sin acercarse, sin conocer los latidos misioneros, ¿cómo se puede corregir fraternalmente? Eso no es corrección, es otra cosa. Más bien parece corregir lo que molesta, en vez de ayudar a crecer y a ser testigos. ¡Cuánta luz y verdad nos dan los otros, siempre que lo hagan con amor, con la dulzura! Solo el amor limpia los ojos para decir a los hermanos sus errores. No sois perfectos/as, eso es claro, lo sabemos, pero Jesús os ha mirado y escogido, y vosotros/as le habéis dicho que Sí, que le queréis, y que queréis a los que Él tanto les quiere.
¡Profetas! ¿Quién os ha puesto tanto fuego en las entrañas? ¿Quién os da la fuerza para anunciar el Evangelio? ¡Cuánto habéis llegado a querer a Sucumbíos! Os duele la injusticia al desvalido, os duele ver llorar a Dios en los pequeños. Habéis luchado por dar voz a los sin voz: los laicos, las mujeres, los más pobres, los campesinos, los indígenas, los nadie, la tierra, los ríos, las culturas. Un Magnificat nos parece vuestra vida. ¡Cuánta entrega por levantar la gloria de Dios pisoteada en los desvalidos de todos los poderes! Y a nosotros nos duelen tantas cosas, pero queremos seguir confiando con vosotros/as, abrazando, sin dudar, del Reino los proyectos, siguiendo a Jesús.
¡Profetas! Que no se compran ni se venden, ni se rinden ante el halago o el olvido. Así os hemos visto, año tras año, concretando búsquedas a la luz de la Palabra. Con las canciones de las gentes en los labios, con los dolores de los pobres en los ojos, con la emoción del Reino en los adentros, dando posibilidades a la vida, dignificando a todas las personas, bebiendo todo de Dios, del que es la Fonte, bebiendo también de todos los pequeños, como si fuera el mayor de los tesoros, aceptando serenamente estos momentos, como posibilidad también de crecimiento, sin amarguras que roban del corazón toda la vida.
¡Profetas! ¡Cuánta esperanza le habéis dado a nuestra vida! ¡Cuánto habéis aligerado nuestros pasos para seguir a Jesús con alegría!…”
Estos son los extractos de una carta que escribió en días recientes el “Provincial de los Carmelitas de Burgos (España) a Gonzalo, a los carmelitas y a todos los que aman a Jesús y entregan su vida a las gentes de Sucumbíos”. La carta completa se encuentra en el blog siguiente: isamis2010.bolgpost.com
En este momento, demasiadas voces se levantan en muchos países para que se revise las nuevas orientaciones que se quiere imponer a la Iglesia de Sucumbíos. Que el Espíritu de Jesús nos ilumine a todas y todos para colaborar a encontrar el camino correcto.

  1. PETICIÓN SANADORA
Frente a los cambios drásticos que se quiere dar en la Iglesia de Sucumbíos, he aquí un manifiesto de muchos grupos cristianos que estamos dando la vida por la opción por los pobres.
“Los abajo firmantes, miembros de organizaciones eclesiales, sociales y de Derechos humanos unidos por una misma opción de fidelidad al pueblo y al Dios de la vida, nos sentimos muy preocupados por la identidad de los recién nombrados para sustituir a monseñor Gonzalo López Marañon en la Iglesia San Miguel de Sucumbíos…
La manera en que se realizó el cambio es por lo menos descomedida e irrespetuosa con un obispo que ha entregado 40 años de su vida al servicio del pueblo de Sucumbíos y particularmente de los más pobres. Se le dio un plazo de 8 días para desocupar el lugar… Además el acto de traspaso al nuevo administrador y su equipo impidió la participación de los cristianos y los ministerios de Sucumbíos acostumbrados a ser partícipes y tomar decisiones en todos los niveles de la organización eclesial y pastoral del Vicariato. Para nosotros estos hechos son condenables porque contradicen los procedimientos fraternos que se debería tener como seguidores de Jesucristo.
Se ha nombrado como administradora temporal del Vicariato a la Asociación Heraldos del Evangelio, una organización tradicionalista y conservadora, vinculada desde sus orígenes a Tradición, Familia y Propiedad. Esta institución nació en Brasil en los años 1960 para oponerse a los procesos de transformación social y a la Iglesia latinoamericana que se organizaba a partir del Concilio Vaticano 2º y de las orientaciones de los obispos latinoamericanos reunidos en Medellín, Colombia. Con esto, lo que se está pretendiendo es destruir una forma legítima de ser Iglesia, inspirada en el Evangelio y confirmada en la reunión episcopal latinoamericana de Aparecida en 2007.
Nos solidarizamos con monseñor Gonzalo López, su equipo pastoral y el pueblo de Sucumbíos, o sea, las Comunidades Eclesiales de Base, los ministerios laicales, las y los misioneros de la COIM (Comunidades para la Iglesia y el Mundo), las Congregaciones religiosas, los sacerdotes, y las organizaciones sociales de Mujeres, de Defensa del Medio ambiente, de Derechos humanos, de Refugiados, de Jóvenes y otras. Les apoyamos en su lucha para que se respete la continuidad de las líneas pastorales definidas a los largo de décadas: una Iglesia comunitaria y ministerial construida desde los seglares y al servicio del proyecto de liberación de los más pobres.
Exhortamos a las autoridades eclesiásticas a recapacitar y nombrar lo antes posible a un obispo que dé continuidad al valioso trabajo realizado por la Congregación de los Carmelitas, en conjunto con toda la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos. Los acontecimientos suscitados en esta provincia no son únicamente un problema eclesial y social de ese lugar, atañen a la Iglesia ecuatoriana e incluso latinoamericana. Por eso llamamos a todos los cristianos a sumarse en la defensa de esta forma latinoamericana de ser Iglesia al servicio del Reino de Dios”.

  1. “¡QUE SE VAYAN, QUE SE VAYAN!”
Así le cantaron los católicos de la diócesis -o mejor dicho el Vicariato Apostólico- de Sucumbíos a la congregación religiosa nombrada para dirigir dicha diócesis. He aquí extractos del boletín de prensa emitido después de una Asamblea diocesana realizada el 7 de enero pasado.
“Las y los representantes de las Comunidades Eclesiales de Base, Ministerios Reconocidos, Agentes de Pastoral, misioneras y misioneros, clero diocesano, servicios pastorales, representantes de Movimientos de la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos -ISAMIS- y Organizaciones Populares de la provincia, resolvieron por mayoría de votos (79%), pedir la salida del nuevo administrador apostólico del Vicariato de San Miguel de Sucumbíos, P. Rafael Ibarguren Schindler, y de la congregación Heraldos del Evangelio -Caballeros de la Virgen- a la cual pertenece, así como el nombramiento de un nuevo obispo para el Vicariato de Sucumbíos.
Estas decisiones se adoptaron el día de hoy durante el desarrollo de la Asamblea Diocesana extraordinaria de ISAMIS, que contó con la participación de 238 personas, de las cuales 110 tuvieron voz y voto, de acuerdo a los reglamentos de la asamblea y estatutos que rigen el Vicariato. La asamblea no contó con la presencia del P. Rafael, ni de ninguno de los miembros de su congregación, a pesar de haber sido acordada y confirmada su participación con anterioridad…
Las causas para tal resolución fueron debatidas y analizadas en el seno de la Asamblea: Los constantes incumplimientos, la ausencia permanente en los espacios legales y legítimamente creados para el encuentro y el diálogo con los diversos sectores de la Iglesia, la falta de información y dirección pastoral, los conflictos vividos en la base de la iglesia derivados de la actuación  de los Heraldos del Evangelio, y la falta de transparencia y legalidad en la conformación del Consejo Jurídico y Económico del Vicariato, son algunos de los argumentos expresados en la Asamblea para declarar la incapacidad para el ejercicio del cargo de administrador diocesano del P. Rafael Ibarguren…
Por último la Asamblea Diocesana se declara en vigilia permanente hasta que estas demandas sean atendidas, y hace un llamado a la solidaridad activa y al compromiso de grupos eclesiales…, organizaciones sociales, instituciones públicas y privadas, autoridades…, solicitando que se unan con sus acciones a esta campaña por restablecer y revitalizar el espíritu fraterno y comunitario que siempre ha caracterizado a ISAMIS "Sembrando Vida".”
Esta situación es una novedad en la Iglesia católica de América Latina. La razón es principalmente la falta de respeto a un modelo de Iglesia inaugurado por el Concilio Vaticano 2º hace ya 50 años. Además, el Magisterio latinoamericano reunido en 5 Conferencias episcopales orientó a las y los cristianos a construir una Iglesia con rostro propio a partir de las Comunidades Eclesiales de Base.
Que el ejemplo de las fuerzas vivas de la Iglesia de Sucumbíos nos ayuden a crecer en una mayor fidelidad al Evangelio de Jesús y a la realidad latinoamericana.

  1. GONZALO AMIGO, ¡FELICIDADES!
Te conocí, Gonzalo, hace unos 30 años cuando buscaba conocer el rostro de una Iglesia comprometida con los pobres a la manera de Jesucristo. Tú ya tenías un camino de 10 años orientando a los cristianos de Sucumbíos para que fueran los actores de una Iglesia viva, liberadora, comunitaria y ministerial. Seguías las orientaciones del Concilio Vaticano 2º, de los papas Juan 23 y Pablo 6º. “La Iglesia se presenta tal cual es y quiere ser: la Iglesia de todos y más particularmente la Iglesia de los Pobres” (Juan 23). La Iglesia hace suyas “las alegrías y las esperanzas, las tristezas y los sufrimientos de la humanidad, sobre todo de los pobres” (el Concilio). “La Iglesia tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos,… de ayudar a que nazca esta liberación”, escribía el papa Pablo 6º, insistiendo en que “solamente el Reino pues es absoluto y todo el resto es relativo”.
Luego tuve la dicha de encontrarte regularmente en distintas reuniones de la Iglesia de los Pobres. Las Iglesias de Sucumbíos como la de Chimborazo en tiempos de monseñor Leonidas Proaño eran los referentes de una Iglesia latinoamericana que vivía su compromiso de fe identificándose y solidarizándose con las causas de los pobres, tal como lo pedía lo obispos latinoamericanos en sus reuniones en Medellín, Colombia y Puebla, México. «Invitamos a todos, sin distinción de clases, a aceptar y asumir la causa de los pobres, como si estuviesen aceptando y asumiendo su propia causa, la causa misma de Cristo”: Mensaje a los Pueblos de América Latina (Puebla).
Haces parte, Gonzalo, de esta gran corriente del Teología de la Liberación, elogiada por el mismo papa Juan Pablo 2º cuando escribía a los obispos de Brasil, en 1986: “La teología de la liberación es no sólo oportuna, sino útil y necesaria”. Y te confirma la 5ª reunión de los obispos latinoamericanos en Aparecida, Brasil.
Por eso, Gonzalo, desde que se te ha expulsado de Sucumbíos, aparecen en Quito los reconocimientos a tu labor eclesial y social: en diciembre celebramos en la Universidad Salesiana tus 30 años de obispo y tus 40 años de labor en Sucumbíos; a finales de febrero la Universidad Andina Simón Bolívar te ha nombrado profesor “Honoris causa”; el próximo 5 de marzo el presidente Rafael Correa te otorgará la mayor condecoración ecuatoriana en el Palacio presidencial.
Mientras tanto en Sucumbíos la gran mayoría de los cristianos piden la salida de los Heraldos del Evangelio, una congregación religiosamente integrista y políticamente de extrema derecha, porque están arrasando con tu labor ejemplar. Sabes que la solidaridad internacional es grande: en 5 meses, más de 30,000 entradas en un blog abierto para el efecto manifiestan el derecho que tiene la iglesia de los Pobres a existir y crecer. Sabemos de tu dolor y lo compartimos con fe, a la manera de los primeros cristianos que decían por la boca de Pedro y Juan “Juzguen si es correcto de hacer caso (a hombres) en vez de obedecer a Dios”.
Gracias, Gonzalo amigo, y ¡felicidades: muchos estamos contigo!

  1. SE FUERON…
“La voz del pueblo es la voz de Dios”. Acaba de cumplirse en Sucumbíos este dicho popular: la congregación tradicionalista de los Heraldos se fueron después de 6 meses de estadía en Sucumbíos, sin haber logrado imponerse ni destruir la Iglesia de los Pobres que se construyó durante 40 años en ese Vicariato.
Hace 50 años, el concilio Vaticano 2º definió a la Iglesia como Pueblo de Dios. Los bautizados que tomaron en serio este reconocimiento pasaron a ser protagonistas en la Iglesia, gracias a la apoyo de sacerdotes y obispos que obedecieron este mandato conciliar. ¡Felicitamos a los Carmelitas de Sucumbíos que emprendieron este camino evangélico!
En 1968 los obispos de América Latina se reunieron en Medellín, Colombia, para aplicar el Concilio en las Iglesias del continente. Comenzó una Iglesia con rostro latinoamericano, mediante miles de Comunidades Eclesiales de Base: los pobres volvían a ser los privilegiados de Dios, tal como lo dijo y practicó Jesús. Los cristianos pobres de Sucumbíos supieron responder generosamente a esta opción de monseñor Gonzalo López Marañon: ¡Felicitaciones Gonzalo! Y surgieron miles de ministerios para hacer una Iglesia viva y solidaria con las necesidades de la provincia: ¡Felicidades amigos pobres y valientes de Sucumbíos!
En 2007, los obispos latinoamericanos confirmaron, en su reunión en Aparecida, Brasil -donde estuvo presente monseñor Ángel Sánchez- la validez de las Comunidades Eclesiales de Base, de la opción por los pobres, del método evangelizador que parte de la realidad, la ilumina con la Palabra de Dios y saca compromisos concretos en lo religioso y lo social. Gracias a Dios, a la valentía de los cristianos de Sucumbíos y a la solidaridad nacional e internacional, se ha logrado la salida de los Heraldos para que este modelo de Iglesia pueda continuar.
Ningún grupo católico puede imponer su ideología ni su punto de vista exclusivo, tal como lo quisieron hacer los Heraldos. La Iglesia es diversa, pero la meta es la misma para todos: la construcción del Reino de Dios, porque, como lo escribió el papa Pablo 6º, “el Reino es lo único absoluto”. Ese es el ejemplo de Jesús que nadie puede distorsionar.
Los sacerdotes y los obispos estamos al servicio del Pueblo de Dios, tal como se define el mismo papa: “servidores de los servidores del Pueblo de Dios”.  Y “la Iglesia es y debe ser la Iglesia de los Pobres” tal como lo proclamó el papa Juan 23 al convocar el Concilio. Tengamos mayor fidelidad al proyecto de Jesús hoy.

  1. RECONCILIACIÓN ECLESIAL Y SOCIAL
Hecho poco común: un obispo haciendo un ayuno público, es decir, una huelga de hambre indefinida, en el parque La Alameda de Quito. Es la decisión que ha tomado monseñor Gonzalo López Marañón, ex obispo del Vicariato de Sucumbíos, para, según sus expresiones, “que se dé la reconciliación entre hermanos y hermanas, se curen la heridas abiertas y vuelva la paz en aquella tierra… Innumerables quebrantos y divisiones se han sucedido en estos meses en la comunidad cristiana y ciudadana, en las familias y en las organizaciones, y cada día se agravan más y más. Hay que accionar determinantemente y con urgencia para… sanar heridas y reconciliar Sucumbíos”. Es un llamado caracterizado a la ciudadanía, a los cristianos, carismáticos en particular, y a la jerarquía católica para ayudar a la reconciliación en esta provincia amazónica.
El conflicto eclesial y social ha surgido a raíz de la llegada de los Heraldos del Evangelio, asociación sectaria y ultra-conservadora de origen brasileño. No se trata de un conflicto entre la Asociación de los Heraldos y la Congragación de los Carmelitas o los Sacerdotes Diocesanos, sino entre dos maneras de vivir y hacer iglesia y sociedad. Se trata de la oposición entre 2 modelos de evangelización: el modelo de cristiandad que no acaba de morir y el de Iglesia de los Pobres que no acaba de nacer.
La Iglesia de cristiandad nació con el emperador romano Constantino hace 16 siglos. Es una Iglesia imperial cuyas características principales son su organización piramidal semejante a una monarquía absoluta, su opción de evangelizar desde el poder y el dinero, y su afirmación de que “fuera de la Iglesia no hay salvación”. Los defensores de este modelo anacrónico son el Opus dei, los Heraldos, los Legionarios, Sodalitium, los Carismáticos…
A mediados del siglo pasado el Concilio Vaticano 2º que rompió con este modelo anterior y definió a la Iglesia como “Pueblo de Dios”, o sea una Iglesia comunidad donde todos, por el bautismo, somos servidores y responsables. Sus características principales son la opción por los pobres y contra la miseria, las Comunidades Eclesiales de Base, la lectura de la Biblia relacionada con la realidad, los nuevos ministerios laicales y el testimonio profético y martirial.
Acojamos este “argumento” de monseñor Gonzalo para hacer una revisión personal, eclesial y social, afín de terminar con este escándalo y enfrentar más adecuadamente los sufrimientos de nuestra Iglesia y de nuestro país.

  1. LOS EQUIVOCADOS
No falta gente para criticar y denigrar el ayuno ya de 16 días, en Quito, de monseñor Gonzalo López Marañón, obispo expulsado de Sucumbíos hace 6 meses: “¡Equivocado está el monseñor y equivocados los y las que lo apoyan!”.
La Iglesia de Sucumbíos, a la cabeza de la cual estuvo monseñor Gonzalo durante 40 años, buscó ser fiel a la Tradición y al Magisterio de la Iglesia universal, primero con la Congregación de los Carmelitas y luego con los sacerdotes diocesanos. La Asociación de los Heraldos encargada de suceder a monseñor Gonzalo quiso borrar este modelo latinoamericano de Iglesia; pero después de mucha destrucción, división y escándalos de alcance nacional e internacional, tuvieron que salir de Sucumbíos. ¿Quiénes estarán equivocados?
Primero hay que decir que en la Iglesia católica la autoridad normativa máxima es el Concilio. El papa, los obispos y los sacerdotes estamos al servicio del Concilio y de su vivencia en nuestras Iglesias particulares. Además, en América Latina, tenemos nuestro Magisterio propio en los Documentos de 5 reuniones episcopales latinoamericanas. La reunión de Medellín, Colombia, en 1968, fue particularmente importante ya que quiso orientar a “la Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio”. Sabemos que este Documento fue inmediatamente aprobado -por teléfono- por el papa de aquel entonces Pablo 6º. Las mayores orientaciones de Medellín han sido claramente confirmadas por la reunión que tuvo lugar en Aparecida, Brasil.
Las y los que conocemos la Iglesia de Sucumbíos sabemos que no se ha hecho otra cosa que dejarse guiar en sus opciones pastorales por estas orientaciones del magisterio latinoamericano y universal. El ayuno público de monseñor Gonzalo es un llamado de reconciliación eclesial y social de los cristianos de Sucumbíos en torno a estas opciones normativas de la Iglesia latinoamericana y universal.
Entonces los equivocados son los que quieren destruir y desprestigiar este modelo de Iglesia. Jesús advertía a sus seguidores: “¡Feliz ustedes cuando les persiguen por causa de mi nombre!... Serán expulsados de las comunidades judías; más aún se acerca el tiempo en que cualquier personas que los mate, pensará que está sirviendo a Dios”.
Expulsado de Sucumbíos ha sido monseñor Gonzalo; expulsados de Sucumbíos han sido los Carmelitas que trabajaban allí: ¡Felicidades a ellos porque su testimonio nos confirma en ese su camino evangélico y latinoamericano!

  1. LA OPCIÓN POR LOS POBRES
El ayuno de monseñor Gonzalo López Marañón para la reconciliación en Sucumbíos, en particular de los católicos carismáticos, lleva ya 23 días. No deja de provocarnos y preocuparnos. Nos plantea a todos los cristianos lo que llamamos la opción por los pobres en el sentido que la han llevado los carmelitas y los católicos de esa provincia.
Las malas interpretaciones no han faltado y todavía siguen vigentes cuando pensamos que la opción por los pobres consiste en hacerles limosnas cuando los encontramos en la calle tendiendo la mano. Tampoco la opción por los pobres consiste en hacerle el regalo de grandes proyectos en los que no han sido consultados ni participativos. Ni tampoco consiste en ir a vivir en medio de ellos en casas bien cómodas que son más bien un insulto a su pobreza. Todas estas mal dichas opciones por los pobres no son más que un disfraz que oculta la prepotencia: se da de lo que nos sobra o de lo que les hemos robado, y tales actuaciones en definitiva resultan humillantes y terminan hundiendo a los pobres en más pobreza y marginación.
En su tiempo, el cardenal Pablo Muñoz Vega, de grata memoria, nos iba recordando que la opción por los pobres es “luchar contra la pobreza -entendido como miseria y empobrecimiento- haciendo nuestras las causas de los pobres”. No hacía más que repetir lo que acababan de escribir los obispos latinoamericanos en su 3ª reunión latinoamericana en Puebla, México, en el año 1979. Dicen textualmente los obispos en el Mensaje del Documento conclusivo de dicha reunión: “Invitamos a todos, sin distinción de clases, a aceptar y asumir la causa de los pobres, como si estuviesen aceptando y asumiendo su propia causa, la causa misma de Cristo. «Todo lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos, por humildes que sean, a mí me lo hicisteis» (Mateo 25, 40)”. ¡Más claro no canta el gallo!
Por lo mismo, optar por los pobres no significa solamente estar con los pobres, paseándose como turistas y haciéndoles limosnas de dinero, de ropa o de proyectos, ni tampoco vivir cómodamente en medio de ellos como signo de falsa solidaridad, sino asumir sus causas, es decir hacer nuestras sus opciones, sus luchas, su sabiduría y su fe, porque “de ellos es el Reino de Dios”, porque así actuó Jesús. Lo escribió san Pablo: “Se hizo pobre entre los pobres para enriquecernos de su pobreza”.
Gracias, Gonzalo, por marcarnos el camino cristiano y comprometernos inequívocamente en la opción por las causas de los pobres.

  1. “LO PRIMERO, PRIMERO”
A los pocos años de ser ordenado sacerdote quedé muy impresionado al leer la frase siguiente: “El Reino es lo único absoluto”. En los tiempos actuales en los cuales parece que no hay norte en la vida personal y social, en donde hay que sacar provecho de todo lo que se presenta para amontonar dinero aunque sea a costa de la vida de los demás y de la naturaleza, en donde muchas leyes y prácticas religiosas se han hecho caducas en muchos casos… es bueno volver a preguntarnos dónde está lo esencial, qué hay de absoluto para no perderse, perder el tiempo y desgastarse la vida por gusto.
Esta frase -“El Reino es lo único absoluto”- la cargo desde muchos años, ya que la leí en 1975, un año antes de llegar a América Latina, en una carta del papa de ese entonces, llamado Pablo 6º. Tenía unos 6 años de haber sido ordenado sacerdote y, hasta esa fecha, el Reino nunca había sido mi preocupación… La lectura de esta frase fue cómo que si se me hubiera echado encima un balde de agua fría. Me pregunté, desestabilizado: “¿Estaré pasando a lado de lo más importante sin darme cuenta?”. Al estar en Ecuador, descubrí que felizmente el Reino era una verdadera preocupación.
Cito esta frase del papa Pablo 6º porque el ayuno público de 24 días de monseñor Gonzalo López, obispo expulsado de Sucumbíos hace 6 meses, quería provocarnos a todos a una reconciliación: reconciliación con nosotros mismos, entre nosotros, en la Iglesia, en la diócesis de Sucumbíos después el paso devastador de la Asociación de los Heraldos del Evangelio.
Esa era la meta del ayuno de monseñor Gonzalo: volver a unirnos en torno a lo esencial afín de dejar de lado las rencillas, las pequeñeces, los odios, las calumnias, las ambiciones, las apariencias, las cobardías… Para quiénes no entendían el ayuno de monseñor Gonzalo decía: “Quiénes son padres y madres de verdad entenderán por qué ayuno”.
Reconciliarnos volviendo a lo esencial… Jesús nos lo ha dicho, y el papa Pablo 6º no hacía más que parafrasear su palabra: “Busquen primero el Reino de Dios, y lo demás vendrá por añadidura”. Parece que a los cristianos, mucho se nos ha olvidado lo que es primero y al servicio del cual todo lo demás debe girar: “El Reino es lo único absoluto”. Entonces, “pongamos lo primero, primero”.


martes, 2 de agosto de 2011

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IGLESIA

I G L E S I A :   C R I S I S   Y   E S P E R A N Z A,  José  Comblin
Chile. Marzo  de  2010 (recepción).


Charla en el Encuentro de Teología, en Chile. PR, junio de 2010.


            En muchas personas hay un cierto desconcierto en la situación actual en la Iglesia: una sensación de inseguridad. “Que nada les perturbe, nada les provoque temor”, decía santa Teresa.
Cuando era joven conocí una experiencia semejante y tal vez peor. Era el pontificado de Pío 12. Pío 12 había condenado todos los teólogos importantes de esa época, todos los movimientos sociales importantes, el movimiento de los sacerdotes obreros en Francia, en Bélgica… Nosotros como seminaristas, jóvenes sacerdotes estábamos más desconcertados. Nos preguntábamos: “¿Todavía hay porvenir?”. Había leído una biografía del papa Pío 12 por un autor austríaco, el jesuita Leiber. Era el confesor del papa y profesor de Historia de la Iglesia en la Universidad Gregoriana de Roma. Decía así: “Hoy día la situación de la Iglesia católica es igual a un castillo medieval: cercado de agua, levantaron el puente y echaron las llaves a las aguas. Ya no hay manera de salir, o sea la Iglesia está cortada del mundo: no tiene más ninguna posibilidad de entrar”. Después de esto vino Juan 23 y allí todos los que habían sido perseguidos, de repente son las luces en el Concilio, de repente todas las prohibiciones se levantan. Allí renació entonces la esperanza. Digo esto para que no se perturben: algo vendrá, algo vendrá, que no se sabe qué, pero siempre algo pasa. ¿Cómo explicar esta situación?
Estamos acercándonos a la fase final de la cristiandad. Ya muchos libros han anunciado la muerte de la cristiandad. Pero, está agonizando ya desde 200 años. Todavía puede continuar su agonía durante algunas décadas. La Iglesia ha dejado de ser la consciencia de mundo occidental, ha dejado de ser la fuerza que animó, aclara, explica la cultura y la fuente de la política, la fuente de la economía, la fuente de todo: lo que fue durante el tiempo de la cristiandad. Esto se ha destruido progresivamente desde la revolución francesa y aquí desde la independencia y la separación del imperio español. Entonces poco a poco, han aparecido muchos profetas diciendo: “Ya se ha muerto la cristiandad”.
Pero la fachada es tan fuerte, resiste tanto que mantiene una tensión constante. Pero ahora sí, creo que la cristiandad está entrando en sus fases finales. Una señal es lo que pasó con la encíclica “Caritas in veritate”. ¿Cuántas personas aquí habrán leído la encíclica? ¿Qué repercusión ha tenido en el mundo? Impresionante silencio. Tal vez silencio respetuoso, pero más probablemente silencio de indiferencia. Ya a nadie le importa la doctrina social de la Iglesia. Ha dejado de ser interesante por lo que sucede en la realidad concreta. Hace unos años, un sociólogo jesuita muy importante, el padre Cálvez, que tuvo un papel importante en la fundación y mantención de la doctrina social de la Iglesia, publicó un libro con este título: “Los silencios de la doctrina social de la Iglesia”. Todavía está en silencio. Deja de entrar con fuerza en los problemas del mundo actual. Entonces queda con teorías tan vagas, tan abstractas, tan generales, la carta “Caritas en veritate”. Podría ser firmada por el Fondo Monetario Internacional sin problema, por el Banco Mundial: muy bien. No hay absolutamente nada que incomode a esas agencias. Eso es una señal.
Otra señal. La Conferencia de Aparecida ha dicho muchísimas cosas muy buenas: pero… Quiere transformar la Iglesia en una misión; pasar de una Iglesia de conservación a una Iglesia de misión. Sólo piensan que eso va a ser hecho por las mismas instituciones que no son de misión y que son de conservación: las diócesis, las parroquias, los seminarios, las congregaciones religiosas… De repente un milagro, y van a transformarse en misioneros. Hace 3 años ya: ¿qué pasó en sus diócesis? No sé cómo es aquí; pero en Brasil no veo mucha transformación. Es decir la cristiandad se está disolviendo progresivamente.
Pero después; el problema es después. Después: ¿qué? ¿qué viene? ¿cómo? De ahí la inseguridad porque no sabemos lo que viene después. Quedémonos con lo que dice santa Teresa: no nos perturbemos. Esto ya sucedió muchas veces en la historia y va a suceder probablemente muchas veces. Hay que aprender a resistir, aguantar, no dejarse desanimar o perder la esperanza por eso que sucede.
Lo que sucede es que, en Roma, no se convencen de que la cristiandad ha muerto. Creen que las encíclicas iluminan el mundo, creen que las instituciones eclesiásticas iluminan y conducen el mundo. Es un mundo cerrado que de hecho vive en un castillo medieval, cercado de agua. Entonces, ¿qué pasa? Vamos a ver cómo interpretar, cómo ver lo que está pasando. Y de allí cuál es el método teológico que conviene para esto.
Hay que partir de una distinción básica que ya varios teólogos han propuesto, entre el Evangelio y la religión. El Evangelio viene de Jesucristo; la religión no viene de Jesucristo. El Evangelio no es religioso: Jesús no ha fundado ninguna religión, no ha fundado ritos, no ha enseñado doctrinas, no ha organizado un sistema de gobierno. Nada de esto. Se dedicó a anunciar, promover el Reino de Dios, o sea un cambio radical de toda la humanidad bajo todos sus aspectos, un cambio cuyos autores serán los pobres. Se dirige a los pobres pensando que solamente ellos son capaces de actuar con esa sinceridad, con esa sinceridad para promover un mundo nuevo. Eso sería un mensaje político, no en el sentido político que propone un plan, una manera. No, la inteligencia humana será suficiente. Pero político como meta, porque esto es una orientación dada a toda la humanidad.
Y ¿la religión? Jesús no ha fundado ninguna religión. Pero sus discípulos, sí. Sus discípulos han creado una religión a partir de él. ¿Por qué? por qué la religión es algo indispensable para los seres humanos: no se puede vivir sin religión. Si la religión actual aquí se desintegra, hay 38,000 religiones censadas en Estados Unidos. No faltan religiones. El ser humano no puede vivir sin religión, aunque se aparte de las grandes religiones tradicionales. Entonces, la religión es una creación humana.
Entre la religión cristiana y las demás religiones, la estructura es igual. Hay una mitología cristiana como hay una mitología hinduista, sintoísta, confucianista… Eso es parte indispensable para toda la humanidad, o sea cómo interpretar todo lo incomprensible de la humanidad con la intervención de seres, de entidades sobrenaturales fuera de este que están dirigiendo en realidad. En 2º lugar, una religión son ritos, para apartar las amenazas y para acercarse a los beneficios. Todas tienen ritos, todas tienen gentes separadas, preparadas para administrar los ritos, para enseñar la mitología. Eso es común a todas. Esto sucede con los cristianos también: ¿cómo podrían vivir sin religión?
¿Cómo empezó esta religión? Bueno, esto empezó cuando Jesús se transformó en objeto de culto. Lo que sucedió bastante temprano, sobre todo entre los discípulos que no lo habían conocido, que no habían vivido con él, no habían estado cerca, la generación siguiente, los que vivían más distante y lejos. Entonces Jesús se transformó en objeto de culto. Con eso, se deshumanizó progresivamente. El culto de Jesús va remplazando el seguimiento de Jesús. Jesús nunca había pedido a los discípulos un acto de culto, nunca había pedido un rito que le ofrecieran: nunca. Pero sí, quería el seguimiento, su seguimiento. Esa dualidad comienza a aparecer temprano: 30-40 años después de la muerte de Jesús aparece con fuerza suficiente para que Marcos escribiera su Evangelio. Justamente Marcos escribió su Evangelio para protestar contra estas tendencias de deshumanización, o sea de hacer de Jesús un objeto de culto. Ahí justamente este Evangelio es una palabra de profeta para recordar que Jesús era eso, ha hecho eso, vivió aquí en este mundo, vivió aquí en esta tierra.
Con el desarrollo que se hizo con la religión cristiana, progresivamente esa tentación apareció. Dio un comienzo de doctrina: el símbolo de los apóstoles. ¿Qué dice el símbolo de los apóstoles sobre Jesús? Que nació y murió. Nada más. Como si lo demás no tuviera importancia, como si la revelación de Dios no fuera justamente la misma vida de Jesús, sus actos, sus proyectos, su destino terrestre: esa es la revelación. Pero eso ya se va perdiendo de vista. Los símbolos de Nicea y Constantinopla, igual: “Cristo nació y murió”. El Concilio de Calcedonia define que Jesús tiene la naturaleza divina y la naturaleza humana. Pero, ¿qué es una naturaleza? Un ser humana no es una naturaleza; un ser humano es una vida, es un proyecto, es un desafío, o es una lucha, es una convivencia en medio de muchos otros. Eso es lo que es fundamental si queremos hacer el seguimiento de Jesús.
Progresivamente aparece, a partir de los primeros concilios, un distanciamiento entre la religión que se forma. Con Nicea y Constantinopla ya hay un núcleo de enseñanzas, un núcleo de teología y la Iglesia se va a dedicar a defender, promover, aumentar esa teología.
Ya han organizado grandes liturgias y ya se ha organizado un clero. El clero como clase separada es una invención de Constantino, o sea hasta Constantino no había distinción entre personas sagradas y personas profanas: todos laicos, porque Jesús no había previsto… Al revés: apartó la clase sacerdotal y no había previsto de ninguna manera que apareciera otra clase sacerdotales, porque todos son iguales. Y no personas sagradas y no sagradas porque para Jesús no hay diferencia entre sagrado y profano: todo es sagrado o todo es profano. Ahora en la religión hay una distinción básica entre sagrado y profano: todas las religiones. Y hay un clero que se dedica a lo que es sagrado y los otros que están en lo profano son receptores, no son actores, no tienen ningún papel activo. Para tener un papel activo hay que ser realmente consagrado. Eso comienza al tiempo de Constantino.
Entonces, la evolución siguiente: a partir de aquello van a aparecer 2 líneas en la historia cristiana: los que, como en el Evangelio de Marcos, quieren que Jesús ha venido para recordar el camino: vino para que lo sigamos; eso es lo básico, lo fundamental. Una línea que va a renovar, a aplicar en diversas épocas históricas lo que fue la vida de Jesús y así como lo enseñó. En toda la historia podemos seguir. Claro que no sabemos todo porque la gran mayoría de lo que siguieron el camino de Jesús fueron pobres, de los que nunca se habló en los libros de historia. Entonces no han dejado documentos. Pero hay personas e instituciones que han dejado documentos. Con eso podemos acompañar dónde, en la historia de la Iglesia cristiana, aparece el Evangelio, dónde progresivamente se buscó la vivencia del Evangelio. Los que buscaron radicalmente el camino del Evangelio siempre fueron minorías, como decía don Helder Cámara, “minorías abrahámicas”.
La mayoría está en el otro polo: en la religión, o sea dedicándose a la doctrina. Enseña la doctrina, enseña la doctrina contra los herejes, contra las herejías. Eso fue una de las grandes tareas. Practica los ritos y forma la clase sagrada, la clase sacerdotal.
Eso nos lleva a una distinción que va a manifestarse en toda la historia: el polo-Evangelio está en lucha con el polo-religión y el polo-religión con el polo-Evangelio. Toda la historia cristiana es una contradicción permanente, constante, porque hay los que se dedican a la religión y los que se dedican al Evangelio. Claro que hay intermediarios y así no hay pureza total no de un lado ni del otro lado. Pero hay en la historia, visiblemente, 2 historias, 2 grupos que se manifiestan. La historia oficial, la que nos daban cuando yo era joven, era historia de la institución eclesiástica: sólo se hablaba de la religión, suponiendo que la religión era la introducción al Evangelio; pero eso es una suposición, o sea, puede pensarse que todo lo que nacido como religión en el sistema católico viene de Jesús, como se decía en la teología tradicional en tiempos de la cristiandad, que todo lo que hay en la Iglesia católica romana viene de Jesús. Con muchos malabarismos teológicos se logra mostrar que tiene su raíz en Jesús, no tiene su raíz en otras religiones, en otras culturas, como si los cristianos que se convierten a la Iglesia fueran totalmente puros de toda cultura, de toda religión. Todos traen su cultura, traen su religión, introducen en su vida cristiana elementos que son de su religión anterior, que son de su cultura. Por eso hacen una religión que es ambigua, compleja; es inevitable, porque los seres humanos que entran en la Iglesia no son ángeles, ellos entran cargados de siglos y siglos de historia, siglos y siglos de transmisión cultural. Y todo entra naturalmente allí.
De allí una oposición en materia política se muestra claramente. El Evangelio procede de Dios y por lo tanto no puede cambiar. La religión es creación humana, por lo tanto puede y debe cambiar según la evolución de la cultura, las condiciones de vida de los pueblos en general. Si la religión queda pegada a su pasado, ella es poco a poco abandonada a favor de otra religión más adaptada o más comprensible. El Evangelio se vive en la vida concreta, material, social. La religión vive en un mundo simbólico. Todo es simbólico: doctrina, ritos, sacerdotes. Todos son entidades simbólicas que no entran en la realidad material. La realidad del Evangelio es universal porque no trae ninguna cultura y porque no está asociado a ninguna cultura, a ninguna religión.
Las religiones son siempre asociadas a una cultura, por ejemplo la religión católica actual está ligada a la sub-cultura clerical romana que la modernidad ha marginalizado, que está en plena decadencia porque sus miembros no quisieron entrar en la cultura moderna. El Evangelio es renuncia al poder y a todos los poderes que existen en la sociedad. La religión busca el poder y el apoyo del poder, en todas las formas de poder; eso es tan visible. En tiempo de la prisión de los obispos en Riobamba (1976), el nuncio decía: “Si la Iglesia no tiene apoyo de los gobernantes, no puede evangelizar”. Uno podría pensar al revés: si tiene el apoyo de los poderes, será difícil evangelizar. Pero eso es la mentalidad que está como resto de la cristiandad en que la Iglesia está fundida en una unidad política-religiosa. Naturalmente estaban unidas todas las autoridades: el clero y el gobierno, el clero y el ejército, todo unido. Renunciar a eso es muy difícil, renunciar a la asociación con el poder. Voy a dar un ejemplo: mi obispo actual en el Estado de Bahía, en Brasil, es un franciscano; se llama Luis Flavio Carpio. Se hizo famoso en Brasil por una huelga de hambre, 2 huelgas de hambre, que hizo para protestar contra un proyecto faraónico del gobierno, basado en una inmensa mentira… Fue invitado el año pasado por la Iglesia alemana. Después de la invitación habló en varias ciudades alemanas. Un grupo se le acercó diciendo que venían para entregarle una donación, una ayuda para sus obras. Era bastante, unos 100,000 dólares. Preguntó de dónde venía esta plata. Le dijeron que eran algunas empresas, algunos ejecutivos. Entonces dijo: “No acepto: no quiero aceptar el dinero que fue robado a los trabajadores, lo que fue robado a los controladores del material”. Y no aceptó ninguna alianza con el poder económico. Yo no sé cuántos en el clero no aceptarían… Ese obispo es un obispo igual a san Francisco: toda su vida ha sido así. Por eso fui a vivir allí, para santificarme un poquito en contacto con una persona tan evangélica.
Y la Iglesia, ¿cómo nació? La Iglesia de la que se habla, esa realidad histórica concreta, es sobre todo el papa, los obispos, los padres, las religiosas, los religiosos, en fin ese conjunto institucional del que se habla y que provoca tanta incertidumbre. ¿Cómo nació la Iglesia? Claro que Jesús no fundó ninguna Iglesia. Él, con sus discípulos, se consideraba como un judío, o sea eran el pueblo de Israel renovado, y los primeros discípulos también: los 12 apóstoles son los patriarcas de la Iglesia, del Israel renovado. La primera conciencia era que la continuación de Israel, la perfección, la corrección de Israel.
Pero una vez que el Evangelio penetró en el mundo griego, allí Israel no significaba muchas cosas para ellos. Entonces, Pablo inventa otro nombre: da a las comunidades que funda en las ciudades el nombre de “ecclesía” lo que se traduce por “iglesia”. ¿Qué es la ecclesía? En griego, el único sentido que tiene es la asamblea del pueblo reunido que gobierna la ciudad. El pueblo reunido era en la práctica la gente más poderosa. En fin, la idea era que el pueblo, en las ciudades griegas, se gobierna a sí mismo, y lo hace en reuniones que son la ecclesía, o sea Pablo no da ningún nombre religioso a las comunidades. Las ve como un grupo destinado a ser la animación, un mensaje de transformación de todas las ciudades, de tal manera que están constituyendo el comienzo de una humanidad nueva, una humanidad donde todos son iguales, todos gobiernan a todos. Después viene la carta a los Efesios: en la carta a los Efesios se habla de Iglesia como traducción del nuevo Israel. La eclesía allí es el nuevo Israel, o sea todos los discípulos de Jesús, unidos en muchas comunidades, pero no unidos institucionalmente, unidos por la misma fe, todos constituyen la Iglesia, la gran Iglesia que constituye el cuerpo de Cristo. Todavía no existe institución.
Pero no podía continuar así. Los judíos que aceptaron el cristianismo no así abandonaron todos el judaísmo. Caundo creció el número de cristianos, el número de comunidades, allí comenzaron a penetrar algunas estructuras. En el tiempo de Pablo aún no hay presbíteros, aunque san Lucas diga lo contrario; pero san Lucas no tiene ningún valor histórico: eso ya todo el mundo lo sabe. Atribuye a Pablo lo que se hacía en su tiempo; entonces imagina que Pablo fundó presbíteros, consejos presbiterales: ¿cómo se justificaría un obispo sin ordenar sacerdotes? Entonces parece evidente un comienzo de separación todavía muy sencilla, porque no hay sacralidad, no hay nada sagrado: los presbíteros no son sagrados, así como los presbíteros de las sinagogas no eran sagrados; tenían una función, una misión de gobierno, de administración, pero no una función ritual, una función de enseñanza de una doctrina.
Después aparecieron los obispos. Al final de 2º siglo se estima que el esquema episcopal está generalizado, pero demoró bastante. Clemente de Roma, cuando publica su carta a los Corintios, dice “presbíteros”: eso no es obispos. Todavía en Roma no hay obispo. Pero se organizó el esquema episcopal. Es probable que para las luchas contra las herejías, contra el gnosticismo, se necesitaba una autoridad más fuerte, para poder enfrentar el gnosticismo y todas las nuevas religiones sincretistas que aparecen en aquel tiempo.
Y la Iglesia como institución universal, ¿cuándo aparece? Hubo en el 3º siglo concilios regionales: obispos de varias ciudades que se reunían. Pero una entidad para institucionalizar todo no existía. Quien inventó esta Iglesia universal fue el emperador Constantino. Él reunió a todos los obispos que había en el mundo romano: viajes pagados por él, alimentación pagada también por él y toda la organización del concilio fue dirigida por el emperador y los delegados del emperador. Esto constituye un precedente histórico. Hasta hoy no estamos libres de eso: que la Iglesia universal como institución haya nacido por el emperador.
Después en la historia occidental cayó el emperador romano y allí progresivamente el papa logró llegar a la función imperial. Se dieron muchas luchas en la Edad Media entre el papa y el emperador, pero siempre el papa se estimaba superior al emperador. En las cruzadas, el papa era generalísimo de todos los ejércitos cristianos; era una personalidad militar: comandante en jefe del ejército cristiano. Y dentro de la línea de los Estados pontificios, todavía esto se mantuvo.
Cuando el papa perdió el poder temporal, allí reforzó su poder sobre las Iglesias: gobernó a la Iglesia como un emperador, o sea todos los poderes son centralizados en una sola mano y con todas las señales de una corte: no hay nada de democracia en la Iglesia. ¿Quiénes orientaban al papa? la corte, los cortesanos, los que están allí cerca. Claro que él no puede hacer todo, pero en fin una corte separada del pueblo cristiano. Todavía estamos sufriendo las consecuencias de aquello. El papa Pablo 6º dijo en alguno momento que realmente había que cambiar la función actual del papa o sea de lo que hace el papa. Juan Pablo 2º en la “Unum sint” dice también hay que darse cuenta de que el gran obstáculo en el mundo de hoy es esa concentración de todos los poderes en el papa; habría que encontrar otra manera de ejercer eso. Eso para decir que todo esto pertenece a la religión.
A partir de eso, ¿cuál es la tarea de la teología? Es compleja, justamente porque tiene una tarea en el Evangelio y una tarea en la religión. La teología fue durante siglos la ideología oficial de la Iglesia. Su papel era justificar todo lo que dice y hace la Iglesia con argumentos bíblicos, con argumentos de tradición, liturgia, y un montón de cosas que yo aprendí cuando estaba en el seminario. Claro que no lo creía, pero todavía la mayoría lo cree. Entonces, ¿qué pasa?
Entonces primero: primera tarea, el Evangelio, ¿qué dice? ¿Qué es lo que es de Jesús? ¿Qué es lo que es penetración del judaísmo, penetración de otra cultura, penetración de otro tipo de religión? ¿Qué es lo que viene de Jesús según el Nuevo Testamento? Todo el Nuevo Testamento no viene de Jesús: no; las epístolas pastorales que hablan, por ejemplo, de los presbíteros: eso no viene de Jesús. Entonces la tarea de la teología consistirá en decir qué lo que es de Jesús, qué es lo que realmente quiso, qué lo que realmente hizo y en qué consiste realmente el seguimiento de Jesús.
Viendo en la historia, ¿cuáles fueron las manifestaciones, dónde, en formas diferentes, porque las situaciones culturales eran diferentes, dónde podemos reconocer la continuidad de esa línea evangélica? porque si queremos penetrar en el mundo de hoy y presentar el cristianismo al mundo de hoy, todo lo que es religioso no interesa. Lo que puede interesar es justamente el Evangelio y el testimonio evangélico. Nadie va a convertirse por la teología: usted puede hacer todas las mejores clases, nadie va hacerse cristiano por motivo de la teología, ya. Por eso me pregunto: ¿por qué en los seminarios se cree que la formación sacerdotal es enseñar la teología? Yo no entiendo, no entiendo. Hay otra cosa que hay que hacer para evangelizar; no es mucho más complejo. Por eso hace 30 años que he decidido en presencia de Dios nunca más trabajar en seminarios. Eso ya, no.
Entonces la línea evangélica es esa: san Francisco. San Francisco era un extremista. No quería que sus hermanos tuvieran libros: nada de libros. Con el Evangelio basta: no se necesita nada más. El mismo decía: “Yo, lo que enseño, no lo aprendí de nadie, ni del papa; lo aprendí de Jesús directamente, por su Evangelio”. Bueno, eso es lo que puede convencer al mundo de hoy que está en una perturbación completa y que se aparta siempre más de las Iglesias institucionales antiguas, tradicionales. Todas las grandes religiones han nacido casi como entre 1,000 y 500 años antes de Cristo, salvo el Islam que apareció después; pero es como un ramo de la tradición judeo-cristiana. Entonces, primero eso.
Segundo la religión: ¿qué hacer con la religión? Hay que examinar en todo el sistema de religión, que es lo que ayuda, que realmente ayuda a entender, a comprender, a actuar según el Evangelio. ¿Eso habrá nacido por inspiración del Espíritu en monjes, por ejemplo? Si usted ve la vida de los monjes del desierto en Egipto, eso no es un mensaje: no es un mensaje y no viene del Evangelio tampoco. O sea muchas cosas vienen no se sabe de qué tradición, tal vez puede haber sido del budismo u otras cosas así. Entonces examinar qué es lo que todavía vale hoy, y sinceramente.
Jesús no ha instituido 7 sacramentos. Hasta el siglo 12 se discutía si eran 10, 7, 5, 9, 4: no había acuerdo; finalmente han decidido que había 7. Bueno, por motivos de 7 días del Génesis, 7 planetas, el numero 7… pero hay cosas que visiblemente ya no hablan para la gente actual, por ejemplo, el sacramento de penitencia con confesión a un sacerdote. ¿Cuántos se confiesan actualmente? Hace 20 años yo atendía en la Semana santa, en una parroquia popular, a 2,000 confesiones y el párroco también 2,000 confesiones. Hoy día: 20, 30, o sea que la gente ya no responde. Eso ha sido definido en el siglo 12, 13: ¿por qué mantener algo que ya no tiene ningún significado y, al revés, que provoca mucho rechazo? O sea que uno necesite hablar con alguien, que al pecador le gusta hablar con alguien, pero no justamente al sacerdote: hay muchas personas, hay muchas mujeres que pueden hacer ese oficio mucho mejor, con más equilibrio, sin atemorizar como hacen los sacerdotes. Eso es una cosa…
Pero hay un motón de cosas que es necesario revisar porque no tienen porvenir. Entonces es inútil querer defender o mantener algo que ya es obstáculo a la evangelización y que no ayuda absolutamente en nada. En las liturgias hay muchas cosas que cambiar. La teoría del sacrificio ha sido introducida por los judíos naturalmente. En el templo se ofrece sacrificios, los sacerdotes son personas sagradas que ofrecen el sacrificio. Toda esa teoría, hoy día no significa absolutamente nada. Que el padre sea dedicado a lo sagrado para ofrecer el sacrificio y que la Eucaristía sea un sacrificio: ¿todo esto viene de Jesús? Ah, no viene de Jesús. Entonces hay que ver si eso vale o no vale. ¿Para qué mantener algo no vale?
Y después hay también la otra parte: lo que no ayuda, lo que ha sido infiltración de otras tendencias, otras corrientes, por ejemplo, la vida ascética de los monjes irlandeses. Irlanda fue la isla de los monjes. Allí los obispos no tenían autoridad; servían para ordenar sacerdotes; pero, por lo demás podían descansar. Los que mandaban eran los monjes: los monasterios eran los centros, lo que era la diócesis actualmente. Esos monjes irlandeses vivían una vida ascética, pero tan extraordinariamente deshumana para nosotros que eso es imposible que venga de Jesús, es imposible que eso ayude, porque esos hombres allí eran super-hombres, pero no existen hombres semejantes hoy. Un ejercicio de penitencia que hacían, por ejemplo, era entrar en el río -en Irlanda los ríos son fríos- y quedarse allí desnudo para rezar todos los salmos… Esa manera de entender la vida, no; no hay que considerar que eso es cristiano; no es marca de santidad tampoco; no es así que se manifiesta la santidad. Examinar todo lo que viene de allá.
Todas las congregaciones femeninas saben cuánto hay que luchar para cambiar costumbres, tradiciones que no son evangélicas. ¡Cuántos debates! Yo conozco una serie de congregaciones femeninas y ¡cuánto tiempo de desgasta en discusiones, disputas! entre las que quieren conservar todo y las que quieren abandonar lo que no sirve más y encontrar otro modo de vivir más adaptado a la situación actual.
            Entonces, la tarea de la teología… Eso: cambiar; hay que cambiar. La tradición deja de ser la ideología de todo el sistema romano: esa no tiene porvenir. Ese tipo de teología ya hace tiempo que ha sido progresivamente abandonada.
En América Latina apareció algo: hemos conocido un nuevo franciscanismo, o sea, una nueva etapa, pero radical, de vida evangélica. ¿Cuando nació? He hablado de los obispos que han participado de eso y que animaron Medellín y de la opción por los pobres: son los santos padres de América Latina. Si hay que marcar el origen del nuevo evangelismo de la Iglesia latinoamericana, yo diría, -no se olviden-, el 16 de noviembre de 1965. En ese día, en una catacumba de Roma, 40 obispos, la mayoría latinoamericanos, incitados por Helder Cámara, se juntaron y firmaron lo que se llamó “el Pacto de las Catacumbas”. Allí se comprometían a vivir pobres, en la comida, en el transporte, en la habitación. Se comprometen; no dicen lo que habría que hacer; se comprometen y de hecho lo hicieron después, una vez que llegaron a sus diócesis. Y después: a dar prioridad en todas sus actividades a lo que es de los pobres, o sea dejar muchas cosas para dedicarse prioritariamente a los pobres, o sea, una serie de cosas que van en el mismo sentido. Esos fueron los que animaron la Conferencia de Medellín. O sea, aquí nació.
Y tuvieron un contexto favorable: el Espíritu Santo ya en aquel tiempo había suscitado una serie de personas evangélicas. Las Comunidades Eclesiales de Base habían nacido ya. Religiosas insertas en las comunidades populares ya había. Pero, eran pocos y se sentían un poco como marginados en medio de los otros. Medellín les dio como una legitimidad y al mismo tiempo una animación muy grande, y se expandió. ¿Fue toda la Iglesia latinoamericana? Claro que no. Siempre es una minoría. Un día, me acuerdo, le preguntaron al cardenal Arns -un santo, hemos vivido muy buenas relaciones de amistad-… un periodista le había preguntado: “usted, señor cardenal, aquí en Sao Paolo tiene mucha suerte, toda la Iglesia se hizo Iglesia de los pobres, las monjas todas al servicio de los pobres: ¡qué cosa magnífica!”. Ahí, Dom Paolo dijo: “Sí pues, aquí en Sao Paolo 20% de la religiosas se fueron a las comunidades pobres; 80% se quedaron con los ricos”. Era mucho. Hoy día no hay 20%.
Esto fue una época de creación, una de esas épocas que hay a veces en la historia donde una efusión muy grande del Espíritu. Pero tenemos que vivir esa herencia: es una herencia que hay que mantener, conservar preciosamente porque eso no va a reaparecer. A veces me preguntan: “¿Por qué hoy los obispos no son como en aquel tiempo?” Porque en aquel tiempo es la excepción, o sea, en la historia de la Iglesia es la excepción: de vez en cuando el Espíritu Santo manda excepciones.
Y ¿quién va a evangelizar el mundo de hoy? Para mí, son los laicos. Y ya aparecen muchos grupitos de jóvenes que justamente practican una vida mucho más pobre, libres de toda organización exterior, viviendo en contacto permanente con el mundo de los pobres. Ya hay; habría más si se hablara más, si fueran más conocidos. Puede ser una tarea también auxiliar de la teología: divulgar lo que está pasando realmente, dónde está el Evangelio vivido en este momento, para darlo a conocer, para que se conozcan mutuamente, porque de lo contrario pueden perder ánimo o no tener muchas perspectivas. Una vez que se unan, formen asociaciones, cada cual con su tendencia, su modo de espiritualidad. No espero mucho del clero. Entonces es una situación histórica nueva.
Pero sucede que, en este momento, los laicos han dejado de ser analfabetos, eso ya hace tiempo: tienen una formación humana, una formación cultural, una formación de su personalidad que es muy superior a lo que se enseña en los seminarios. O sea, tienen más preparación para actuar en el mundo, aunque no tengan mucha teología. Se podría dar más teología, pero es otro asunto. Ahora no vamos a pensar que mañana los que van a realizar el programa de Aparecida, van a ser los sacerdotes. Yo no conozco todo, pero los seminarios que yo conozco, las diócesis que yo conozco, se necesitaría 30 años para formar un clero nuevo: y ¿quién va a formarlo?
Para los laicos es distinto: hay muchísima gente dispuesta, y gente con formación humana, con capacidad de pensar, de reflexionar, de entrar en relación y contactos, de dirigir grupos, comunidades, grupos. Pero muchos todavía no se atreven, no se atreven. Pero ahí está el porvenir.
Para terminar con una anécdota: me llamaron a Fortaleza, en el nordeste de Brasil. Ahora, Fortaleza es una ciudad muy grande: un millón de habitantes. La santa sede había apartado, marginado al cardenal Aloiso Lorscheider, mandándolo al exilio en Aparecida que es un lugar de castigo para los obispos que no han agradado. Entonces allí vino un sucesor, Dom Claudio Humes que ahora es cardenal en Roma. Claudio Humes suprimió todo lo que había de social en la diócesis, despidió a todos: 300 personas con la larga trayectoria de servicio, con capacidad humana; así, sencillamente. Un día me llamaron: eran 300, llorando, lamentando: “y ahora no podemos hacer nada; y ahora, ¿qué pasa?”. Yo les dije: “pero, ustedes son personas perfectamente humanizadas, desarrolladas, con una personalidad fuerte. Han tenido éxito en su familia, han tenido éxito en sus carreras, en sus trabajos profesionales. ¿De qué ahora se preocupan si el obispo quiere o no quiere? ¿por qué se preocupan si el párroco quiere o no quiere? Ustedes tienen toda la formación suficiente y la capacidad: ¿por qué no actúan, no forman una asociación, un grupo, en forma independiente? Porque el derecho católico -como muchos católicos no saben-, el derecho católico permite la formación de asociaciones independientes del obispo, independientes del párroco -eso no se enseña mucho en las parroquias, pero es justamente que sí, es importante. Entonces ustedes pueden muy bien juntar 4, 5personas para organizar un sistema de comunicación, un sistema de espiritualidad, un sistema de organización de presencia en la vida pública, en la vida política, en la vida social: 300 personas con ese valor. Si paga, si tiene que pagar a 5, cada uno va a gastar ni siquiera el 2% de lo que gana, o sea pueden muy bien mantener a 5 personas dedicadas a eso. Y las van a escoger entre 25 y 30 años porque esa es la época creativa. Hasta los 25, el ser humano se busca. A partir de este momento termina sus estudios, ya ha conseguido un trabajo. Entonces ya quiere definir su vida: estos son los que tiene capacidad de inventar. Pero no lo hicieron: ¿por qué? ¿por qué tanta timidez? Ustedes que son tan capaces en el mundo, ¡en la Iglesia nada! No se sentían capaces, necesitaban del obispo que les diga qué hacer, necesitan sacerdotes que les digan: ¿cómo es posible? A lo mejor no se les enseñó: pueden ser adultos en la vida civil y niños en la vida religiosa.
Pero nosotros podemos, nosotros podemos hacerlo y multiplicarlo en todas las regiones. Entonces el porvenir depende de grupos de laicos semejantes, que ya existen aunque todavía estén muy dispersos. El porvenir está ahí: es nuestra tarea a todos, empezando por los jóvenes. En Brasil hay en este momento 6 millones de estudiantes universitarios; 2 millones son de familias pobres -son pobres los que ganan menos de 3 sueldos vitales, porque con menos de 3 sueldos vitales no se puede vivir decentemente-. Dos millones. Y ¿cuál es la presencia del clero? Poquísimos; algunos religiosos. ¿De las diócesis? Nada. Y allí está el porvenir. Son jóvenes que están descubriendo el mundo. Claro, hay unos que entren en las drogas, que se corrompen, pero es una minoría, o sea, el conjunto son personas que quieren hacer algo en la vida. Si no conocen el Evangelio no van a vivir como cristianos: hay que explicar, pero no explicar con cursos de teología, sino explicar haciendo, allí participando de actividades que de hecho son realmente servicios a los pobres. Eso sí, se puede.
Tarea de la teología… Entonces habrá que cambiar un poquito: menos académico, más orientado al mundo exterior a todos los que no están más en la red de influjo de la Iglesia, que no le sirve. Pero, presencia en eso. Y una teología que se pueda leer, sin tener formación escolástica, porque anteriormente si no se tenía formación aristotélica no se podía entender nada de esa teología tradicional. Bueno, la filosofía aristotélica ha muerto, o sea los filósofos del siglo 20 la han enterrado. Entonces ahora tenemos que inventar: a ver en el mundo, ¿cómo nos abrimos?