SOMOS TODOS
SACERDOTES COMO JESÚS
Es decir: Ministros de una
nueva Alianza
CEBs de Guayaquil y La Troncal, COMENTARIOS: PR. Semana Santa 2017.
CONTENIDO: Comentarios.
Introducción y
presentación:
Un culto centrado en el Reino.
1. Por nuestro bautismo todos
somos sacerdotes
2. Somos a la vez sacerdotes y
pueblo sacerdotal
3. Una clase sacerdotal
indiferentes a los pobres
4. Todos somos sacerdotes como
Jesús
5. No hay ya necesidad de
intermediarios sagrados
6. Todos cristianos y ministros
de la construcción y celebración del Reino
Conclusión: Documento de Aparecida
209-210
INTRODUCCIÓN: Volver a los orígenes
del sacerdocio cristiano.
Al final del Concilio Vaticano
2º se dijo que los grandes olvidados habían sido los sacerdotes. Por eso que
los padres conciliares terminaron haciendo un documento acerca de ellos. Abrió
puertas diciendo que el primer
sacerdocio era el de los bautizados y que el sacerdocio ministerial estaba al
servicio del sacerdocio bautismal de todos los cristianos. Lastimosamente
no se avanzó mucho… pero sí por una parte surgieron grandes problemas ligados
al celibato y a la misma práctica del sacerdocio: muchos se retiraron, otros
fueron expulsados y… pocos entran en los seminarios.
Por otra parte mucho se está
escribiendo sobre el tema. Unos 18
documentos relacionados con el sacerdocio se pueden encontrar en el blog http://padrepedropierre.blogspot.com y son los siguientes:
1ª parte: Sacerdocio
1.
Urgente
renovación del clero, M. Velásquez
2.
Sacerdocio
y CEBs, E. Hoornaert
3.
Por
una Iglesia sin clérigos, J. Pérez
4.
Movimiento
de Sacerdotes casados, E. Hoornaert
5.
Clericalismo,
J. M. Castillo
6.
Curas
para promoción personal J. M. Castillo
7.
‘El
hábito no hace el monje’, P. Mallo
8.
El
sacerdocio en la carta a los Hebreos, J. Housset
9.
Todos
sacerdotes como Jesús, X. Pikaza
10.
Contra
el sacerdocio de la mujer, J. I. González
2ª parte: Celibato
11.
Celibato
en la historia de la Iglesia, I. Pérez
12.
Jaque
mate al celibato obligatorio J. J. Tamayo
13.
Celibato
opcional, Movimiento para el celibato opcional
14.
Celibato
y misericordia, R. González
15.
Crisis
de la vida religiosa, papa Francisco
3ª parte: Diaconizas
16.
Diaconado
femenino, Emilia Robles
17.
No
quieren ser diaconizas, A. Aradillas
Conclusión
18.
Jesús fue laico, J. Miranda
Estos documentos sirvieron de base para los 6
comentarios a continuación. ¡Feliz lectura!
Presentación: UN NUEVO CULTO CENTRADO EN EL REINO
En
nuestra Iglesia católica la mayor crisis
es la del sacerdocio. Hace 50 años el Concilio Vaticano 2º destacó la
importancia de volver a conocer al Jesús histórico y su opción por los pobres.
Además esbozó una nueva manera de entender y vivir el sacerdocio: reconoció la
prioridad al sacerdocio común de los bautizados sobre el sacerdocio ministerial
ordenado, y puso éste al servicio del primero. Pero no avanzó más. Entonces
muchos sacerdotes se retiraron; otros fueron expulsados por pedofilia; los
seminarios se fueron vaciando y las vocaciones sacerdotales declinaron sin que
se vea un repunte. Por todas partes las
comunidades cristianas se quedan sin sacerdotes y sin eucaristía…
Al
mismo tiempo los teólogos de todos los continentes se pusieron a reflexionar: ¿qué sacerdotes queremos para qué Iglesia?
En América Latina, la Conferencia Episcopal Latinoamericana que se reunió en
Aparecida, Brasil, 2017, insistió en que la Iglesia necesitaba de un “fuerte remesón”, debía emprender la reforma de las parroquias y fomentar
por todas parte una gran misión
continental, confirmaba la validez
de las Comunidades Eclesiales de Base e invitaba a los obispos a
promoverlas en sus diócesis. No se puede decir que estas orientaciones
encontraron un gran eco, lastimosamente… En cuanto a los teólogos, ¿qué nos
dicen?
A. LA GRAN TAREA DE JESÚS FUE HACER ACONTECER EL REINO
Ya
no se discute que la misión de Jesús fue el Reino y que el mayor empeño de la
Iglesia, siguiendo a su Maestro, es también el Reino. Pero las estructuras
todavía no han cambiado mucho: las parroquias siguen iguales que anteayer y los
seminarios donde se forman los sacerdotes también.
1.
El Antiguo Testamento se centró en el culto y el cumplimiento de la
ley
·
Al principio, en tiempos de los
Patriarcas y las Matriarcas, quienes ejercían la función sacerdotal era los
jefes de familias. Lo vemos con Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y
Raquel… Esa tradición no se perderá.
·
Luego al organizar Moisés el
pueblo que había rescatado de Egipto, el ejercicio del sacerdocio fue confiado
a la
tribu de Leví, de la que Moisés y Aarón eran parte. Ellos se encargaron
de cuidar las tablas de la Ley del Sinaí, celebrar las maravillas de Dios,
quemar sacrificios de animales y ayudar a seguir los pasos de la Alianza con
Dios.
·
El exilio en Babilonia durante
más de 50 años trajo una nueva esclavitud sin la posibilidad de continuar como
pueblo, sin templo, sin sacerdotes… Al regresar en Palestina, fueron los
sacerdotes que reorganizaron el país y reconstruyeron la capital
Jerusalén y el templo. A pesar de las muchas resistencias, se creó una clase
sacerdotal y un culto centrado en la pureza
de sangre y el cumplimiento estricto de la ley de Moisés. La mayoría de la
gente del campo, muy pobres, no podían cumplir con todos estos requisitos y
fueron marginados y despreciados por la clase sacerdotal dirigente.
2.
Con Jesús el proyecto de Dios se centra en la fraternidad universal
·
Jesús era un campesino pobre de
una región marginal. Se sintió llamado a ser profeta itinerante a cargo de la
construcción del Reino de Dios. Y de hecho comenzó a establecerlo entre
los pobres de su región y de su país: ellos iban a ser los mejores obreros del
Reino, con el apoyo de sus apóstoles y discípulos, varones y mujeres
indistintamente.
·
Jesús no vino para reformar la
religión judía ni su culto, sino darles un giro totalmente nuevo. Para él, el
amor era el centro de todo, a vivir y promover en Comunidades. “Busquen
primero el Reino de Dios; lo demás vendrá por añadidura” (Mateo 6,33).
El culto que quiere Dios es ser un pueblo fraternal que contagie todos los
demás pueblo: “Ofrézcanse como un culto agradable a Dios” dice Pablo a los
Romanos (12,1): toda la vida tiene que ser ese pasión por la fraternidad.
·
De alguna manera desaparecieron
el sacerdocio y el culto de los sacrificios. En el Nuevo Testamento ni
Jesús ni los apóstoles son llamados sacerdotes. Si la carta a los Hebreos
reconoce a Jesús el título de “sumo sacerdote” fue porque su vida y su muerte
fueron una ofrenda agradable a Dios: el Reino se había inaugurado en Jesús. Los
apóstoles y demás seguidores de Jesús iban a ser los nuevos encargados de
continuar su obra.
·
En las primeras comunidades, la
fracción del pan era, por una parte,
el recuerdo de la última Cena, símbolo del compartir que crea la fraternidad y
la comunión con Dios, y, por otra, el compromiso de continuar la tarea de Jesús
hasta las últimas consecuencias. Quienes eran los encargados de presidir dicha
celebración, eran, como en tiempos pasados, los jefes de familias, varones y
mujeres indistintamente.
·
Con las últimas cartas
atribuidas a Pablo, se percibe la presencia de dirigentes sacerdotales de
comunidades: diáconos, presbíteros y obispos. Con la asimilación al
imperio romano en el siglo 4, pasaron a formar una nueva clase sacerdotal que
se inspiró del Antiguo Testamento y de los cultos de la religión romana. Se
rompía la tradición de Jesús contrario al ejercicio de un poder dominador, a la
aceptación de privilegios personales, a la celebración de un culto centrado
en su ‘sacrificio’ en la cruz y a la necesidad de intermediarios obligados
para relacionarse con Dios…
B. LA CENTRALIDAD DEL REINO EXIGE UN NUEVO SACERDOCIO
Para
volver a la tradición de Jesús y de las primeras Comunidades cristianas, hay
que retomar y profundizar las orientaciones del Concilio Vaticano 2º: lo
absoluto del Reino, la primacía del sacerdocio colectivo de los bautizados, la
construcción de la fraternidad, las Comunidades que se ofrecen como nuevo culto
agradable a Dios.
1.
“Eres profeta, sacerdote y rey-pastor”
-
Al ser ungido como ‘profetas,
sacerdotes y reyes pastores’ en el día de nuestro bautismo, se nos trazó el
camino correcto.
·
Somos ‘profetas’ cuando
proclamamos palabras de vida y de verdad que denuncian lo que destruye el Reino
y anuncian todo lo que lo construye.
·
Somos ‘sacerdote’ cuando
participamos de todas las ofrendas que hacen grupos y pueblos de su fraternidad
alegre.
·
Somos ‘reyes-pastores’ cuando
nos constituimos en asociaciones, comunidades y sociedades vivas, equitativas,
participativas, creativas y solidarias de una humanidad reconciliada entre sí,
con los demás, la naturaleza y Dios.
-
Podemos ser sacerdotes y
sacerdotisas de nuestro pueblo sin más poder ni privilegio que los de cumplir
con el mandato que nos da de encaminarlo en su tarea irrenunciable de construir
y ofrecer el Reino.
2.
Todos somos sacerdotes como Jesús
-
Como Iglesia somos el ‘Cuerpo
sacerdotal’ de Jesús.
-
Puede ser que unos y unas sean
encargados de esta dimensión sacerdotal, pero no pueden ser detentores de
poderes exclusivos ni de privilegios de clase ni ser intermediarios obligados
para relacionarnos con Dios. Eso era la Antigua Alianza que terminó con Jesús.
-
Si las Comunidades nombran
personas para ejercer un servicio sacerdotal, se encargarán de lo que nos
dejaron las primeras comunidades al realizar la fracción del pan:
·
Anunciar que la muerte de Jesús
fue su máxima solidaridad con el Reino comenzado a partir de los pobres.
·
Recordar la vida de Jesús como
una ofrenda agradable a Dios, un acto sacerdotal único e irrepetible.
·
Continuar la obra del Reino
como compromiso absoluto de los seguidores de Jesús.
·
Celebrar la resurrección de
Jesús y la presencia del Padre en nuestros pequeños y grandes logros de nuestra
existencia cotidiana.
·
Agradecer a Dios por habernos
elegido para tal noble tarea…
-
Como en la oración eucarística
de nuestros templos, todos varones y mujeres estamos llamados a
·
‘Anunciar la muerte de Jesús’
en todas las muertes injustas de los que trabajan por un mundo de fraternidad,
de justicia y de fe;
·
Proclamar la resurrección de
Jesús tanto en las personas, los grupos y los pueblos que nacen a una vida
nueva como en la naturaleza respetada, defendida y promovida como se lo merece;
·
Invocar al Espíritu para que
siga animando desde dentro la entrega generosa de la vida hasta la muerte, el
crecimiento en dignidad, valentía y alegría de los creadores de una nueva
humanidad, o sea, el Reino que avanza hacia su plenitud.
CONCLUSIÓN
Ese es la
clase de sacerdotes, de seguidores, de pueblo y de Humanidad que quiere Dios.
Eso fue el ejemplo y el camino de Jesús: ser un Reino de fraternidad universal.
Nos toca continuarlo individual y colectivamente… con la fuerza del Espíritu.
Como Jesús somos sacerdotes de Dios y de nuestro Pueblo. Ese es el culto
inaugurado con Jesús en la Nueva Alianza y ofrecido en la cruz. Somos los
herederos dichosos de tal proyecto humano y divino a la vez. No se detendrá
porque tiene la fuerza de Dios.
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Los textos a
continuación son los comentarios personales de los 6 temas sobre el Sacerdocio:
¡Bienvenidos
para varias novedades! PR.
A. POR NUESTRO
BAUTISMO TODOS SOMOS SACERDOTES.
1.
EL SACERDOCIO BAUTISMAL ES EL SACERDOCIO MAYOR
-
Así dijo el Concilio Vaticano 2º: El sacerdocio
bautismal es primero; el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio
bautismal”.
-
El emperador Constantino, en el
siglo 3, dictaminó que el cristianismo era la religión del imperio. Esto
produjo que naciera una clase sacerdotal
por encima del sacerdocio bautismal.
-
De esta manera los obispos y
sacerdotes se olvidaron de que Jesús
no había ordenado sacerdotes y que se oponía a toda clase de poder y
privilegios.
-
Paulatinamente se regresó a las
prácticas del Antiguo Testamento,
superadas por el mismo Jesús. De hecho los sacerdotes asumen el papel de los
sacerdotes judíos que condenaron a muerte a Jesús.
-
Gracias al Concilio, recién nos
damos cuenta que hay que volver a poner las
cosas ‘sacerdotales’ en su curso normal, según el ejemplo del mismo Jesús.
2.
AL COMIENZO TODO PADRE DE FAMILIA ERA SACERDOTE
-
El libro del Génesis nos hace
descubrir que todo padre de familia era
sacerdote. Ellos construían altares y hacían un culto a Dios ofreciendo
sacrificios. Se trata de un sacerdocio familiar.
-
Es el caso de Noé (8,20), Abraham (12,7-8; 13,4,18; 22,9), Isaac (26,25), Jacob
(33,29;35,7)… Ellos eran ‘padres’ o
abuelos o ‘jefes’ de varias familias.
-
El caso de Melquisedec (14,14-20) es distinto. Se nos dice que era ‘rey de
Salem’ o Jerusalén. No pertenece al
clan (varias familias) de Abraham, pero seguramente se conocen. El texto nos
presenta a Melquisedec como ‘sacerdote del Altísimo’ que va dando una bendición
a Abraham. Es de notar que Abraham le reconoce una autoridad sobre él y su
clan, ya que le paga el diezmo (v. 20). La carta a los Hebreos (7,1) retoma el
sacerdocio de Melquisedec para aplicarlo a Jesús.
-
Notemos también la discriminación de la mujer… que no
aparece junto a su esposo. Y muchas veces olvidamos nosotros de nombrar a Sara
junto a Abraham, a Miriam junto a Moisés, a las Profetizas y las ‘Sabias’ de
los libros de Ester, Rut, Cantar de los cantares…
3.
DESARROLLEMOS NUEVAS ESPRESIONES
-
Pongamos las cosas en su lugar: Por una parte, el mayor sacerdocio es el
bautismal y, por otra, la mujer tiene tanto derechos como el varón.
-
El sacerdocio ministerial tiene que transformarse… Ya en las CEBs lo
estamos viviendo. Por lo mismo no se trata que la mujer busque parecerse a la
clase clerical que nació del imperio romano: ser un poder que opaca a las y los
bautizados y acapara privilegios que contradicen las palabras y el ejemplo de
Jesús.
-
Notemos algunas prácticas sacerdotales comunes a los
bautizados, varones y mujeres indistintamente: bendecir a los hijos, al pan y a
la comida; rezar y comentar la Biblia en familia; participar de actos de la
devoción popular; ofrecer agradecidos los frutos de la tierra y la belleza de
la naturaleza…
-
Que algunas personas hayan sido
nombradas ‘sacerdotisas de las CEBs’
no quita nada a las y los demás bautizados. Más bien nos recuerda que ‘todos
somos sacerdotes, que el poder es un servicios y que debemos alejarnos de todo
privilegio’.
B. SOMOS A LA VEZ SACERDOTES
Y PUEBLO SACERDOTAL
1.
ORIGEN DEL SACERDOCIO COMO INSTITUCIÓN EN TIEMPO DE MOISÉS.
-
Moisés es de la tribu de Leví, el hijo
de Jacob. Esta tribu es elegida por Dios
para su servicio cultual (Éxodo 32,25-29). A lado del sacerdocio levítico, cuya
cabeza principal es Aarón, continúa el sacerdocio familiar (Jueces 6,18-29; 1
Samuel 7,1). Los levitas eran encargados de la carpa donde residían las tablas
de la Ley del Sinaí: los 10 mandamientos. Estas tablas son el signo de la Alianza con Dios y de los compromisos
adquiridos. Los levitas son los encargados de recordar este compromiso. Con el
tiempo, Aarón, el hermano de Moisés,
fue reconocido como el primer sumo
sacerdote.
-
Al llegar a la Tierra
Prometida, los levitas no reciben
tierras ni propiedades particulares, sino que vivirán de las primicias y los diezmos. Primicias son sea los primeros nacidos de los rebaños, sea
los primeros frutos y cereales cosechados. El diezmo es la décima parte de la
cosecha.
-
Con el rey David que construye
el templo de Jerusalén, los levitas,
repartidos en las distintas regiones del país, se encargan del culto en el
templo. Pero con Salomón son desplazados
a favor de Sadoq (2 Reyes 23,8), cuyo origen es desconocida, pero
relacionada con Aarón: serán sus descendientes que conservarán la
responsabilidad del culto del templo de Jerusalén.
-
Así queda constituida la clase sacerdotal: el Sumo sacerdote,
los sacerdotes del templo de Jerusalén y los levitas, principalmente fuera de
la capital. Sus funciones son ser
los encargados de los santuarios: presidir el culto (ofrecer y bendecir),
conservar las tradiciones (hacer memoria de la Alianza, de los hechos
relevantes y luego de los Profetas) y ser los portavoces de Dios y los
interpretadores de su Palabra (de hecho muchos sacerdotes redactaron varios
libros bíblicos). El sacerdote no es el único mediador con Dios: el rey también
lo es, igual que el profeta.
-
Eso no quita que el Pueblo de
Jesús es un pueblo sacerdotal: Éxodo
19,6; Isaías 61,6 y 2 Macabeos 2,17). Es llamado a dar un culto perfecto:
Ezequiel 40-48; Isaías 2,1-5; 60-62). Lo confirmará el apóstol Pedro: 1 Pedro
2,5-10.
2.
LA DIMENSIÓN COLECTIVA DEL SACERDOCIO
-
Los textos del Antiguo Testamento son claros (Éxodo
19,6; Isaías 61,6 y 2 Macabeos 2,17). Su función es, mediante su manera de
vivir en la fraternidad, la justicia y la fe, dar a Dios un culto perfecto
(Ezequiel 40-48; Isaías 2,1-5; 60-62).
-
En el Nuevo Testamento lo
confirmará fuertemente el apóstol Pedro
(1 Pedro 2,5-10).
. Primero, el testimonio
de los cristianos tiene que ser no sólo individual, sino también colectivo: ser
consciente y efectivamente ‘pueblo’ y ‘pueblo de Dios, con relaciones
comunitarias con Dios.
. Luego somos “raza
elegida, reino de sacerdotes, nación consagrada”: todos los pueblos somos
llamados a tener una relación particular con Dios, o sea, una manera de vivir
que refleje el amor de Dios. Así entre pueblos nos ayudaremos a ser ‘más
pueblo’, ‘mejor testimonio colectivo y revelación comunitaria de Dios.
. Esto se realiza, según
Pedro, de 2 maneras: proclamar las maravillas de Dios afín de “pasar de las
tinieblas a la luz admirable”. La relación con Dios mejora el desarrollo
personal y colectivo. Eso es la manera de alcanzar y abrirse a la misericordia
de Dios.
3.
UNAS CONCLUSIONES PARA NOSOTROS TODOS
-
Tenemos que vivir en comunidades vivas y conformarnos como pueblo fraterno: eso es el Reino.
-
Estamos invitados a ayudarnos a
reconocer, proclamar celebrar las
actuales maravillas de Dios.
-
El vivir estas realidades será
para nosotros una luz nueva y un
experimentar la misericordia de
Dios.
-
Otras comunidades y otros
pueblos compartirán con nosotros su
experiencia colectiva de Dios: así nos enriqueceremos para llegar a ser, como
humanidad toda, la gran familia de Dios.
C. UNA CLASE
SAERDOTAL INDIFERENTE A LOS POBRES
1.
LA SITUACIÓN AL MOMENTO DEL REGRESO EN PALESTINA
-
El exilio en Babilonia, capital
de Persia, duró más de 50 años en
una situación de esclavitud para la
mayoría de los exiliados.
-
Regresaron unas 50,000 personas
después de un viaje de 5 meses… para reorganizar
el país y reconstruir la capital, Jerusalén.
-
En Palestina, quedaron los más
pobres que se reunieron en torno a Samaria
donde se adoraba a Yahvé y a otras divinidades. La ciudad de Jerusalén había
quedado destruida y deshabitada.
-
Para la reconstrucción había 3 proyectos diferentes:
. El de los exiliados
que buscaban restaurar la ley el culto de una manera muy estricta. Se inspiraban
del profeta Ezequiel.
. El del pueblo
de la tierra, principalmente campesinos. Deseaban un rey pobre ungido
por Dios, un Mesías de justicia (Jeremías 23,5-6). Con ellos estaban la profetisa
Nadia y su escuela de profetas.
. El de los exiliados
de la comunidad del profeta Isaías que eran abierto a un proyecto
abierto a todos los pueblos donde la justicia y el derecho fueran los pilares.
-
Triunfó el proyecto de los exiliados más estrictos bajo la
dirección del sacerdote y escriba Esdras, de Nehemías, allegado al rey persa,
los 2 enviados por el mismo rey persa, y de los profetas Ageo, Zacarías y
Malaquías.
-
Surgieron varios y fuertes conflictos:
. Con los samaritanos
que querían conservar su centralidad y hegemonía.
. Con el cobro del diezmo
a los campesinos para mantener a los ‘funcionarios’ de Jerusalén.
. Con la exigencia de pureza
de la raza judía: para seguir siendo judíos, todos debían repudiar las mujeres
‘extranjeras’.
. Con la aplicación estricta
de la ley: Como
ya no había rey, el sacerdote Esdras se constituyó en un gobernador que
dependía del imperio persa. Apareció la clase sacerdotal que lo controlaba
todo.
-
La resistencia se organizó en torno a los profetas Isaías (3º), Jonás,
Job y las mujeres Nadias (profetiza), Ester, Rut, la Sunamita (Cantar de los
cantares).
-
En esa época se termina la redacción de la mayoría de los libros
del Antiguo Testamento y se escribe los libros de Sabiduría y los Salmos, con
los sacerdotes y los escribas.
Será esta situación la que encuentra Jesús al
emprender su misión de Mesías del Reino.
2.
EL SACERDOCIO ACTUAL RETOMÓ MUCHAS ATRIBUCIONES DEL SACERDOCIO DEL ANTIGUO
TESTAMENTO
La actual
organización sacerdotal se remonta al tiempo en que el emperador romano
Constantino hizo del cristianismo la religión oficial del imperio: no fue el
imperio que se convirtió al cristianismo, sino el cristianismo que se convirtió
al imperio romano. Por eso el clero y la organización eclesial tiene muchas
características tanto de las prácticas religiosas de la religión romana pagana
y del Antiguo Testamento.
-
Apareció la clase sacerdotal piramidal: papa,
obispos, sacerdotes.
-
La ley que rige la Iglesia o Derecho canónico es copiada sobre el
derecho imperial romano, esclavista, patriarcal y dictatorial.
-
Se da una triple separación: la del clero -superior- con los seglares
-inferiores-; y la de los varones -también superiores- con las mujeres
–inferiores; la de los sacerdotes célibes -superiores- con las parejas casadas
-inferiores.
-
Los sacerdotes pasan a ser
los ‘funcionario de los sagrado’ que deciden de todo sin control ni de los
obispos ni de los seglares.
-
Se olvida al Jesús histórico
de carne y hueso como nosotros, para transformarlo en un ser celestial,
exclusivamente segunda persona de la Trinidad, sin mayor compromiso con los
pobres de hoy.
-
Se sustituye la misión de la
Iglesia, o sea, la construcción del Reino, por la defensa de una moral
rigorista, atrasada y casi exclusivamente sexual.
-
Los sacramentos pasan a ser
actos más mágicos y negociados en nombre de Dios para aplacarlo en vez de ser
celebración de la vida y de los momentos importantes de la existencia.
-
La Eucaristía se transforma
en la repetición del ‘sacrificio’ de Jesucristo en la cruz, olvidando la
dimensión del compartir fraterno, la celebración de la resurrección y la
mística de la construcción del Reino.
-
La oración se confunde con
un comercio con Dios en vez de ser, tal como lo es el Padrenuestro, un
encuentro renovador con Dios padre y madre, y un compromiso por la liberación
de los pobres al ejemplo de Jesús.
Felizmente el
Concilio Vaticano 2º y la Iglesia de los Pobres en América Latina nos permiten
volver al Evangelio, al Jesús de Reino y a una Iglesia comprometido con la
espiritualidad y la liberación de los pobres.
D. TODOS SOMOS SACERDOTES COMO JESÚS
1.
HAY 2 TIPOS DE SACERDOCIO
a)
Está primero la condición
sacerdotal de todo el pueblo tanto
en el Antiguo Testamento (Ex. 19,1; Isaías 61,6; Génesis 16,25) como en el
Nuevo Testamento (1 Pedro 2,5 y 9; Apocalipsis 1,5; 5,10 y 20,5; Romanos 12,1).
Es el sacerdocio común o bautismal
del que participan todos los miembros del Pueblo de Dios y del que el
sacerdocio familiar era una especie de este tipo (Génesis 12,7-8; 13,18 y
16,25).
b)
El sacerdocio ministerial, con una clase sacerdotal
-
Era ejercido por los miembros
de la tribu de los levitas, con la familia de Aarón a la cabeza.
-
Sus responsabilidades eran:
custodiar el arca de la alianza (donde estaban depositadas las tablas de la ley
de Moisés), ofrecer sacrificios y recordar la ley y demás beneficios divinos.
-
Los profetas anuncian un nuevo
sacerdocio que tendrá pleno cumplimiento en Jesús y en el sacerdocio de la
nueva alianza.
2.
EL SACRIFICIO Y EL SACERDOCIO DE JESÚS SON DIFERENTES Y ÚNICOS
a)
El ‘sacrificio’ del cristo es diferente y único
-
El sacrificio
de Cristo es radicalmente diferente de los sacrificios del
Antiguo Testamento: no es un intercambio de dones entre los hombres y Dios. De
parte de Cristo es la ofrenda libre de toda su vida hasta la muerte. La cruz no
es un sacrificio, sino el resultado de un crimen al que Cristo se expuso por
obediencia a la misión de revelar a un Dios amor y manifestar su solidaridad
incondicional con los hombres.
-
Esta clase de
"sacrificio" es única y definitiva; por eso la misma
carta repite tres veces la relevante expresión "una vez para todas"
(Hebreos 7,27; 9,2 y 10,10). Ya no hay más sacrificio que ofrecer: el
sacrificio de Cristo no puede ser repetido.
b)
Igual que el sacrificio, el sacerdocio de Cristo
es a la vez diferente y único
-
El sacerdocio
es diferente
porque no es un rito litúrgico, sino su destino personal, un modo de vivir.
-
Es único
porque este único "sumo sacerdote" es el exclusivo mediador. Cristo
es el único mediador porque es el único en estar al mismo tiempo en
una relación de fe total con su Padre y en una relación de caridad y
solidaridad totales con su hermanos los hombres.
3. ENTONCES, SE PUEDE DECIR QUE "TODOS SOMOS
SACERDOTES" A LA MANERA DE JESÚS
-
Ya que hay un
único sacerdote que es cristo, no puede
haber más sacerdotes, y como no hay más sacrificio que ofrecer, no se puede continuar ofreciendo
‘sacrificios eucarísticos’.
-
La novedad de
la carta a los Hebreos, al Igual que todo el Nuevo Testamento, es de nunca designar ni pensar los
ministerios cristianos en las categorías sacerdotales del Antiguo
Testamento ni de otras religiones. Este carácter sacerdotal del
presbiterado y del episcopado es ajeno a todos los escritos del Nuevo
Testamento.
-
La 1ª carta
de Pedro habla del sacerdocio común de los fieles y el Apocalipsis de un pueblo
de sacerdotes tal como lo anunció el Éxodo. Curiosamente estas nociones
son desconocidas de la carta a los Hebreos: Ese es una de sus enigmas.
-
La carta excluye
formalmente a cualquier forma de mediación individual o colectiva de
los cristianos, pero no prohíbe reconocer una vida oblativa a la que
son llamados los cristianos (Romanos 12,1), a imagen del carácter sacerdotal de
la vida y muerte de Cristo.
2.
JESÚS Y LOS APÓSTOLES NOS DEVUELVEN NUESTRO SACERDOCIO BAUTISMAL
a)
Jesús no fue sacerdotes a la manera de los sacerdotes actuales
-
Era, diríamos hoy, laico.
Nunca se atribuyó el título de sacerdote. Pero fue yendo más allá de las
funciones sacerdotales y los dio un nuevo giro, porque él es la revelación
suprema de Dios.
-
Jesús se compara al ‘Siervo
sufriente’, figura relevante presentada por el profeta Isaías (Marcos
10,45 y 14,24 = Isaías 53). Su sangre recuerda la del Cordero pascual (1 Pedro
1,19).
-
Nadie en el Nuevo Testamento da
a Jesús el título de sacerdote, menos la Carta a los Hebreos.
. Su sacerdocio es
prefigurado por el de Melquisedec (Génesis 14,18 y Salmo
110,4). Al no tener más referencia de rey de Jerusalén y sacerdote del
Altísimo, Melquisedec es la imagen del sacerdote eterno (7,3), es superior a
Abraham ya que le cobra el diezmo…
. Jesús es el sumo
sacerdote definitivo (7,20-25): no habrá más que él (7,26), porque es
el mediador perfecto de una nueva alianza (8,6-13; 10,12-18) entre Dios y la
humanidad. Su sacerdocio pone fin al sacerdocio del Antiguo Testamento.
-
Jesús nos llama a continuar su
obra: ‘tomar la cruz’ (Mateo 16,24), ‘beber la copa’ (20,22 y 26,27), ‘llevar
su mensaje’ (Lucas 9,60 y 10,1-16). En él, Jesús nos hace a todos sacerdotes.
b)
Para los apóstoles, somos un pueblo sacerdotal. Presentan la vida cristina como una liturgia,
es un acto sacerdotal.
-
Pablo: la fe es una ofrenda
(Filipenses 2,17); la colecta es el un sacrificio agradable a Dios (4,18); toda
la vida tiene que ser un culto espiritual (Romanos 12,1). El culto no es sólo
alabanza, sino también ‘compartir de los bienes’ (Hebreos 13,15).
-
Santiago enumera en qué
consiste el verdadero culto (1,26): la dominación de la lengua, la visita a los
huérfanos y las viudas, la protección contra los males de este mundo.
a)
Pedro y Apocalipsis aplican
a los cristianos como pueblo un sacerdocio real (1 Pedro
2,5-9 y Apocalipsis 1,6; 5,10 y 20,6 = Éxodo 19,6).
CONCLUSIÓN
La carta a los Hebreos no habla de la eucaristía ni supone la eucaristía
cuando toca aspectos muy cercanos a ella. En cualquier caso, es impensable que las primeras comunidades
cristianas mencionados en esta carta conciban un rito eucarístico como sacrificio. La historia de la Iglesia,
especialmente en el Concilio de Trento, muestra cómo es la presentación de la
Eucaristía de carácter sacrificial que ha conducido a la instauración de una casta clerical -el clero- definida como necesaria
para celebrarla.
E. NO HAY YA NECESIDAD
DE INTERMEDIARIOS SAGRADOS, PERO SÍ DE SERVIDORES COMPROMETIDOS
1.
LA PRÁCTICA DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS
-
En el Nuevo Testamento no se habla de sacerdotes ni de eucaristía
tal como la entendemos hoy. Por una parte no se da a Jesús el título de
sacerdote ni a los apóstoles; de hecho fueron los sacerdotes de la época que
provocaron la muerte de Jesús. Más bien en varias cartas del Nuevo Testamento
(Pedro, Apocalipsis), se nos habla de que los cristianos conforman un pueblo
sacerdotal.
-
La carta a los Hebreos habla de
Jesús como ‘sumo sacerdote’ en el sentido que su vida (y su muerte) fue un acto sacerdotal, una ofrenda agradable
a Dios.
-
Personalmente Jesús no ordenó sacerdotes a sus apóstoles.
Se entiende cada vez más que al decir Jesús en la última Cena: “Hagan esto en
memoria mía”, esto se dirigía a las comunidades de sus seguidores.
Intencionalmente el apóstol Juan sustituye la ‘comida’ de la ultima cena por el
lavado de los pies (Juan 13,4) y termina diciendo: “Ustedes deben hacer como he
hecho yo… ¡Felices si ponen estas cosas (o sea, el servicio) en práctica!”
(13,15 y 17).
-
“Compartían el pan en sus
casas”: naturalmente quien presidía
esta ‘fracción del pan en memoria de Jesús’ era el dueño o la dueña de casa. Además no veían en esta fracción del
pan una repetición de la muerte de Jesús, sino un memorial de compartir,
fraternidad y entrega hasta las últimas consecuencias.
-
Un texto cristiano de los años
150, llamado “La Didaqué o Enseñanzas de
los 12 apóstoles”, describe las prácticas litúrgicas de las comunidades
cristianas. Incluye ‘la fracción del pan’, pero curiosamente no señala las
palabras de Jesús en la última cena.
-
Es cierto que los últimos
escritos del Nuevo Testamento hablan de 3
grados de responsabilidad en las comunidades: ‘diáconos, presbíteros y
obispo’… A partir de allí se dará, en particular cuando el imperio romano
asumirá el cristianismo como religión oficial, una clase sacerdotal con poderes
sagrados y privilegios que contradicen la práctica y las palabras de Jesús… y
se llegará al clero que conocemos hoy. Felizmente el Concilio Vaticano 2º
empezó a reorientar el sacerdocio según la práctica de las primeras comunidades
cristianas.
2.
A DIOS SE LO ENCUENTRA PERSONAL Y DIRECTAMENTE, “EN ESPÍRITU Y EN VERDAD”
-
Según el
sentido de la Encarnación de Jesús, confirmado por la carta a los Hebreos, a
Dios se lo encuentra directamente. Esto excluye
la necesidad de intermediarios sagrados. Es una contradicción con la carta
a los Hebreos dar un carácter ‘sacerdotal’ un ministerio ligado a un carácter
‘sacrificial’ de la eucaristía: Cristo es el único y exclusivo sacerdote y la
ofrenda de su vida y de su muerte es irrepetible. La situación actual despoja
al pueblo de Dios de su sacerdocio: quita a los cristianos su dignidad
bautismal y sus responsabilidades eclesiales.
-
Pero sí puede
existir una posible mediación al nivel
simbólico, y eso de la manera siguiente:
·
Colectivamente la Iglesia un pueblo sacerdotal en
el corazón de la historia de la humanidad. Al negar a la Iglesia el calificativo de clerical, la carta a los Hebreos
invita a la misma Iglesia a no presentarse como intermediaria necesaria.
Pero, en un nivel simbólico, la Iglesia se presenta como signo de su Señor ya
que es su sacramento. Es o tiene que ser, en la vida de sus miembros, una ofrenda
agradable a Dios, al ejemplo de Cristo.
·
La Eucaristía es un acto colectivo en que
individualmente nos alimentamos simbólicamente de la ofrenda que Cristo hizo de
su vida y de su muerte. Esta fe o
más bien “este sacramento de nuestra fe” nos configura a Cristo para hacer de
nuestras vidas, individual y colectivamente, una ofrenda agradable a Dios
·
Los líderes cristianos nos llevan al único líder
que es Cristo. La carta a los Hebreos
(13,17) no descarta la responsabilidad ministerial de ciertos miembros para prestar
servicios comunicados a toda la comunidad. Mientras la carta niega en
la institución eclesial el rol de intermediarios, no prohíbe a los líderes una
relación directa con Cristo. Sabemos que existía la imposición de las manos
para ciertos ‘líderes’ (Tito, Timoteo, por ejemplo) de las comunidades. Tenían
las funciones de recordar a la comunidad
la necesidad de hacer memoria de Jesús mediante la fracción del pan, la necesidad
del compartir fraterno y la continuación de la misión de Jesús, o sea, del
Reino.
Varios teólogos precisan que estos
"líderes" no son ni mediadores que sustituirían el Cristo, ni
maestros absolutos de los cristianos, ni meros delegados de la comunidad
cristiana, sino "agentes" de Cristo sacerdote, ya que el rol de
‘líderes’ parece ir un poco más allá de las intenciones de la carta a los
Hebreos.
CONCLUSIONES
Con estas reflexiones estamos desafiados a emprender revoluciones necesarias. Quitar el carácter sacerdotal a
los ministerios (episcopado y presbiterado) permitiría:
-
Suprimir la distinción clero/laicos;
-
Cesar de limitar los ministerios a varones solteros comprometidos para toda la vida;
-
Hacer desaparecer la discriminación varones/mujeres en el ejercicio
de las responsabilidades eclesiales.
En las comunidades, ya
hemos emprendido este caminar desde cierto tiempo. Seamos los ministros de una
nueva Alianza que se centra en el Reino de Dios, con sus alegres celebraciones.
F. TODOS CRISTIANOS
Y MINISTROS DE LA CONSTRUCCIÓN Y CELEBRACIÓN DEL REINO (Extractos del libro de
Xavier Pikaza: “La novedad de Jesús: Todos somos sacerdotes”).
Lo primero en
la iglesia es el sacerdocio de base. Y “la gran iglesia, sólo puede entenderse
en forma de comunión de comunidades autónomas, que aprenden a celebrar por sí
mismas, es cogiendo para ellos sus propios ministros”.
Los
bautizados pueden proclamar y compartir el pan por sí mismos, cumpliendo con
las palabras de Jesús: “Donde estén dos o tres reunidos en mi nombre… allí
estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18,20). La tradición posterior invirtió la
experiencia de Jesús. Ahora, es momento de recuperar el sacerdocio de base. Aun
cuando no sea oficial, “siempre que un grupo de cristianos se reúna, de buena
fe, en nombre de Jesús, escuche su palabra, e invoque su memoria en el Pan y en
el Vino compartidos, podemos y debemos afirmar que existe eucaristía,
encarnación sacramental de Dios, por Cristo, Iglesia”.
1.
LOS NUEVOS MINISTROS
“Para los
nuevos ministros bastará con que sean hombres o mujeres de comunidad que, por
vocación personal, carisma del Espíritu y aceptación comunitaria, quieran y
puedan servir a la iglesia, sin dejar por ello su vida secular… Y lo serán
durante el tiempo en que la misma comunidad les confíe su tarea al servicio del
Reino”.
Estos
ministros deben saber discernir y decir la Palabra de Jesús, pues la Iglesia no
tiene más capital que esa palabra de libertad que escuchan y expanden para
compartir la vida en común. Desde ese compartir Palabra y Pan, la liturgia no
es un rito separado de la vida, sino el gesto central de la misma, que nos
lleva a superar la visión egoísta de la economía y del mercado.
2.
LA IGLESIA, PRESENTE ENTRE LOS EXCLUIDOS, COMO RED DE COMUNIDADES
La iglesia
trabaja dentro del sistema económico actual, donde aparece la vida más
amenazada, introduciéndose como Dios en la historia y expresar su amor gratuito
en el amor que los hombres tienen y comparten. De esta manera, manifiesta la
vida de Dios, que triunfa sobre la muerte en espera de la resurrección: “Jesús
no fue un reformador de instituciones, ni quiso crear un orden nuevo de ritos. Des arrolló la creación, partiendo des
de abajo, de los pobres y por eso fue asesinado por los representantes del
sistema político-religioso… El tiempo de ciertas instituciones de tipo sagrado
y de poder social, creadas posteriormente, se están acabando y desde la raíz
del Evangelio, han de surgir nuevas comunidades que empalmen con la primera
comunidad del siglo I después de Cristo”.
3.
COMO IGLESIA NOS FUNDAMENTAMOS EN LA EUCARISTÍA
La gran
iglesia expresó la mutación evangélica en el pacto eucarístico de las
diferentes iglesias, cada una con sus ministros y proyectos de Evangelio, pues
la misma Pascua les llevaba a la unidad “carnal” de los creyentes, un camino que
sigue abierto a todos. La Eucaristía
es un momento central de la vida, que vincula a los creyentes en torno a una
mesa, en diálogo de afecto y palabra, por encima de diferencias ideológicas y
sociales. Es comida y compromiso de entrega personal por los demás como Jesús,
en gesto que se abre a todos los humanos.
4.
LA EUCARISTÍA, CENA ABIERTA A TODOS
La Eucaristía
invita a todos quienes quieran dialogar, por ser una Cena abierta a todos los
que quieran participar en ella, situándose así en cualquier lugar del mundo, al
servicio de la humanidad entera; es una comida que se comparte y disfruta entre
todos.
“El principio
universal de la “nueva evangelización” es que tengamos pan y vino, cereal y
zumo para todos y que existan, de un modo especial, ámbitos de encuentro hechos
de palabra fraterna y comunicación universal directa”. La comida compartida,
propia de todos los hombres, queda como signo de comunión, hoy que andan tan
divididos, para que puedan sentarse a la mesa de la realidad compartiendo un
amor y una esperanza.
La tradición
cristiana sabe que el único Dios real es el Amor, revelado como don de sí. Por
encima de la Ley está el amor generoso, pues da gratuitamente lo que tiene. La
idolatría del Capital nace de la envidia que nos enfrenta a unos con otros,
máxima miseria que nos impide saber lo que es amor en gratuidad, centro del
ministro cristiano del amor.
5.
SOBRE EL PRINCIPIO DEL AMOR SE ASIENTAN TODOS LOS MINISTERIOS
El Pan
compartido es el símbolo del regalo que de sí mismo hace cada uno a los demás,
para que vivan sin competencia ni violencia agresiva. Cada vez más, surgen
personas y grupos pequeños que se sienten llamados a vivir el Amor-Pobreza de
Dios, en un des pliegue gratuito de la vida, colaborando a que la iglesia, como
institución, deje de operar como un sistema que le procure riqueza y seguridad:
“Tras siglos de historia, con brillantes concilios y leyes, organizaciones y
doctrinas muy precisas, la Iglesia tiene que desandar ese camino, para situarse
de nuevo ante el Dios de Jesús, en gesto de pobreza radical”.
Las
comunidades de la Iglesia deben renunciar a los métodos y formas del capital en
todo lo que implica edificios, poderes legales, y ventajas económicas, sociales
e ideológicas, rompiendo el sistema y regalando sus bienes a los pobres. Así
caminarán con los pobres, en generosidad de amor y podrá hablar en nombre de
ellos y hacerse fermento y código de humanidad. Abierta así, la Iglesia no
tendría necesidad de buscar unos ministros separados de la vida. Desde ese
fondo surgirán “vocaciones ministeriales” de servicio evangélico. La Iglesia
sólo es verdadera y rica en la medida en que se disuelve como institución en
línea de sistema, en favor de los pobres.
Como comunión
que es de personas, la Iglesia se alza frente al sistema capitalista con el
Amor compartido, utopía de humanidad, anunciando como los primeros ministros el
Evangelio, creando comunidades liberadas frente a los riesgos del capital. De
esta manera, la iglesia no necesitará buscar dinero para “pagar” a sus
ministros (seminario, sostenimiento,…) sino que, como comunidad de Jesús,
actuando confiadamente tendrá personas dispuestas, voluntarias y delegadas de
las comunidades al servicio del Evangelio.
El
cristianismo sin huir de este mundo refugiándose en la interioridad, está
dentro de la historia al servicio de la comunión personal de los hombres,
gratuitamente, pues nada produce para vender. Su propósito es ser eficiente en
clave de gratuidad. La iglesia, que
trabaja en términos de recibir, compartir y entregar la vida libremente, se
presenta como portadora de los siguientes ministerios:
-
Suscitadora de amor, en plena
gratuidad, para bien de todos.
-
Promotora del “nacimiento”
humano en profundidad en sí mismo (bautismo) y en los demás (eucaristía).
-
Creadora de humanidad entre
quienes están fuera del orden establecido (cojos, mancos, ciegos, pobres,
expulsados, sobrantes…) haciéndoles capaces de ver y andar, de acogerse y darse
unos a otros.
C
O N C L U S I Ó N
“Los cristianos que están incorporados a Cristo por el
bautismo, forman el pueblo de Dios y participan de las funciones de Cristo:
sacerdote, profeta y rey. Ellos realizan, según su condición, la misión de todo
el pueblo cristiano en el Iglesia y en el mundo: Son “hombres de la Iglesia en el corazón del
mundo, y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia ”. Su misión propia
y específica se realiza en el mundo, de tal modo que con su testimonio y su
actividad contribuyan a la transformación de las realidades y la creación de
estructuras justas según los criterios del Evangelio.”
(Documento de Aparecida 209-210).